THE BEAST (Lee Jung-Ho, Corea del Sur, 2019)

Enésimo thriller coreano que llega a nuestro país tras conocer que son quizás los mejor preparados para realizarlos y después del sonoro y sonado triunfo de una cinta coreana como mejor película en los premios más conocidos del cine: Los Oscar. Alfa Pictures estrena The beast en salas. Quizás no es buen momento para llamar a la bestia, pero Coronavirus aparte, la película es un auténtico disfrute que merece que nos acerquemos a la sala oscura. 

Es casi imprescindible volver a incidir en al absoluta forma del cine coreano de suspense desde finales de los 90. Grandes títulos les abalan como Old Boy, The chaser, I saw the devil o Memories of murder, del Dios del cine actual Bong Joon Ho.

El secreto suele estar como hemos dicho en muchas ocasiones en un montaje que no da ningún respiro al espectador, en un montaje rápido y vertiginoso y en saber compaginar en los guiones toques de humor con drama aunque el eje vertebrador sea la investigación criminal o policial. En el thriller coreano muchas veces se juega a saber quién es la verdadera víctima y quién el asesino; de tal manera que se confunden las identidades.

Bastante solvente para ser una ópera prima, The beast es el curioso remake coreano (cuando suele ser al revés) de una pelicula europea (Asuntos pendientes, un thriller francés de Olivier Marchal de 2004). La historia es simple: un asesino que podría ser asesino en serie sigue complicando las cosas a un departamento de policía. Dos agentes, en el pasado amigos, dirigen sus propias unidades para encontrarle, cada uno con sus a veces alegales medios, no tienen problema en poder perjudicar el trabajo de su «adversario». La trama del asesino funciona estupendamente pero también lo hace la subtrama de los dos agentes intentando llevarse el rédito. Es una constante carrera de obstáculos llena de giros y de tensión.

Todo funciona y, sin embargo, no entra en el olimpo de los Dioses de los thrillers coreanos y quizás se deba a un guión demasiado estático, demasiado visto anteriormente, los juegos son previsibles y los diálogos no tan desarrollados como suelen estar algunas películas que la preceden en la cinematografía coreana, pero la película es un disfrute y os animamos a verla.

En unos excesivos 130 minutos destacamos la labor de los dos protagonistas que están magníficos en unos caracteres nada sencillos: Lee Sung-min y Yoo Jae-myeong y, por supuesto, la dirección novel de Lee Jung-Ho que nos lleva a pensar que nos encontramos ante un cineasta muy prometedor que parece saber sacar su estilo, su autoría, en un guión demasiado esquemático y que se nutre en la generación de atmósfera densa, tensa y visceral como un pez en el agua, incluso como algunos de sus consabidos maestros.

 

Sinopsis: Una niña es encontrada con las extremidades amputadas. Dos detectives, Han-su y Min-tae, rivales desde siempre, se hacen cargo del caso. En un principio, la investigación se resuelve fácilmente cuando Han-su arresta al presunto sospechoso pero, aun así, pronto se convierte en un misterio cuando Min-tae levanta sospechas sobre el reciente arrestado. Mientras tanto, Han-su se topa con alguien que le insiste en que conoce al verdadero culpable.

Nota: 7

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