Rojo (Benjamin Naishtat, Argentina, 2018)

La tercera película del argentino Benjamin Naishtat es algo inusual. Un thriller dramático con un Dario Grandinetti superlativo que descansa en una cuidada fotografía y una dirección fascinante. Lo tiene todo para ser un pequeño éxito comercial. 

Después de ver las dos primeras películas de su cineasta, Historia del miedo y El movimiento, descubrimos la mirada madura de un cineasta aún encontrando su estilo, un director preocupado en realizar un cine autoral que dejara huella, con la incomodidad y la lucha entre clases sociales como sus mayores temáticas. Si en Historia del miedo la incertidumbre, lo incontrolable, el absurdo devenir de la vida ante la adversidad, nos llegaba en una urbanización burguesa; en El movimiento lo hacía desde el estudio político de la descomposición de un pueblo a la manera casi de Dogville, en Rojo lo hace en las calles de Buenos Aires, ante la contemplación de lo que el azar puede traernos de peligroso, de estúpido, de rojo.

Ganadora (y merecedora de dos de ellos: Dirección y fotografía) de los premios a mejor dirección, fotografía y actor en el Festival de cine de San Sebastián de 2018, la cinta merece nuestro tiempo, nuestro análisis y nuestra recomendación. Y lo hace, precisamente, por su singularidad. Rojo no es nada que ya hayas visto. Rojo es una experiencia fílmica. Lo mejor es que no sepas lo que vas a ver y te dejes engullir por una buena historia bien rodada e interpretada (y diferente).

Previo a la dictadura de los 70. un reconocido abogado burgués, se enfrenta a un desalmado y sin escrúpulos, personaje en un restaurante. Las consecuencias de ese aciago encuentro se verán desarrolladas durante todo el metraje. Es un estudio sobre los necios, sobre el absurdo deambular de algunos sujetos más proclives al escándalo y al escarnio público y a la provocación más ruin.

Un trabajo actoral sorprendente, en especial el ejecutado tanto por Grandinetti como por su compañero de reparto, el detective interpretado por Alfredo Castro, que tiene lo mismo de intensidad, de extravagancia y de rotundidad.

Atención a una de las mejores escenas definitorias de los últimos años, una inolvidable secuencia en el restaurante en donde se conocen nuestro protagonista y el antagonista, el que da pie a toda esta historia de ocultamientos, decepciones, improvisaciones y tensión. Una secuencia donde conocemos a los dos personajes, les entendemos, les aceptamos y sabemos que el conflicto ha surgido, conocemos incluso que toda la película será la razón de intentar buscarle una solución al mismo. Mientras se palpa la tensión en el ambiente, la intensidad también va creciendo, hasta hacerla insoportable.  Un gran montaje contribuye a hacer de esta película un experimento inolvidable.

Una película mágica, única y roja!

 

Premios: Festival de San Sebastián: Mejor director, Actor (Grandinetti) y Fotografía

Sinopsis: A mediados de los años 70, un hombre extraño llega a una tranquila ciudad de provincias. En un restaurante, y sin motivo aparente, comienza a agredir a Claudio, un reconocido abogado. La comunidad apoya al abogado y el extraño es humillado y expulsado del lugar. Más tarde y camino a casa, Claudio y su mujer, Susana, son interceptados por el hombre extraño, quien está determinado a cobrarse una terrible venganza. El abogado toma entonces un camino sin retorno, de muerte, secretos y silencios. 

Nota: 8

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