LA BODA DE ROSA (ICIAR BOLLAÍN, ESPAÑA, 2020)
Pero lo cierto es que la película no es más que eso, una sensible manera de presentar una historia de autodescubrimiento de una mujer madura y que no tiene ínfulas de nada, ni de perpetuarse en nuestro imaginario ni de convertirse en peli de culto. Es autoconsciente de lo que es, una película amable, bien contada, que se te puede olvidar al instante después de haberla visto.
Rosa (Candela Peña) está llegando a los 50 sin haber asumido un papel protagonista en su propia vida. Siempre es imprescindible para los demás: para sus jefas, para sus hermanos, para sus sobrinos, para su pareja, para su padre, para su hija, para sus nietos… y ella es la que siempre se descuida. No tiene el control sobre su felicidad. Trabaja de diseñadora de vestuario en una compañía teatral, tiene una hija emigrada en Londres que tiene dos niños que nunca ve a su marido y completamente infeliz y su padre aún se recupera de la muerte de su madre hace años y la precisa absolutamente para todo, por no decir que sus hermanos se aprovechan de su tiempo y sus favores por su alto nivel adquisitivo en una vida de pequeños burgueses. Necesita pegar un volantazo y dar a su vida el giro de 180º que necesita y para ello decide volver al pueblo de su infancia y reabrir el taller costurero de su madre.
Allí se decide a convocar a todos para su boda con un sinfín de malentendidos. Unos y otros van a acompañarla, porque la autora quería que los dramas se centrasen en su percepción personal y no en lo que pudieran provocarle los demás…
Una película a veces llena de lugares comunes, de nuestra idiosincrasia, un tono Berlanga en el pueblerino reencuentro de varias individualidades y con un guion donde lo que más se nota es que el personaje de Rosa está perfectamente construido, desarrollado y matizado; pero no así el de los persoanajes que la acompañan y que generan las subtramas. Las interpretaciones son todas de lujo, pero el desarrollo de los personajes de las hermanas, del padre, de las compañeras de trabajo… queda tan desdibujado, que la eficacia de la historia, la empatía que sentimos hacia ella, se ve también mermada.
El tono humorístico del guion y la emoción con la que Iciar sabe sacar lo mejor de Candela son lo mejor de esta amable película. Las subtramas de la película parecen seguir el manual de un guion y eso se nota. Están subrayadas y recalcadas, los diálogos a veces son risibles, como si ya hubieran realizado un trabajo consciente, sobresaliente y mayúsculo con el personaje de Rosa, como para detenerse en el resto de personajes que la acompañan en la película.
No pasa por ser lo más conseguido de Iciar pero si que tiene esa comedia tierna, amable, culturalmente española, aunque mayoritariamente desabrida. Esperemos tiempos mejores en la creadora pero les animamos a ver con quién se casa Rosa y esa mayúscula, como siempre objetivamente, interpretación de Candela Peña.
Premios: Festival de Málaga: Sección oficial
Sinopsis: A punto de cumplir 45, Rosa se da cuenta de que ha vivido siempre para los demás y decide marcharse, dejarlo todo y apretar el botón nuclear. Quiere tomar las riendas de su vida y cumplir el sueño de tener un negocio propio. Pero pronto descubrirá que su padre, sus hermanos y su hija tienen otros planes, y que cambiar de vida no es tan sencillo si no está en el guion familiar.
Nota: 6.5