CARTA CINÉFILA AL 2021

Queridos camaradas, queridos vecinos (y querido Evan Hasen, aunque no te conozco):

Os escribo nuevamente cuando acaba otro convulso año en la ruleta de la fortuna y la fantasía en la que hemos convertido el mundo.

Buscando entre las cosas que decimos, las cosas que hacemos, la razón de nuestra existencia con el horizonte siempre bien presente.

La vida era eso que estaba cuando de verdad teníamos libertad de hacer lo que queríamos, cuando un nuevo orden no se había instalado en nuestra vida coartando nuestra felicidad y nuestras relaciones. La vida de los demás no es que no nos importara sino que no la teníamos tan presente porque solo importaba nuestra indivualidad y no lo colectivo.

El tiempo pasa y aunque en época de virus parece que pase más lentamente, no sabemos si lo que vivimos está manipulado por un espíritu sagrado, directamente por el maligno o podemos afirmar que fue la mano de Dios, la que estuvo detrás de todo. ¡Quién lo impide!

Dicen que esto no durará más de tres años, asi que puede que nos queden dos primaveras con el virus. Esperemos que la próxima sea la última primavera coronavirus. O puede quizás que todo sea un Efecto óptico.

Estaría bien que nos paráramos un segundo a pensar en las consecuencias de una libertad mal entendida. De lo que podemos provocar al pedir otra ronda en el bar, en un panorama en el que en el mundo, solo por esta pandemia, han dejado de existir más de cinco millones cuatrocientas veintinueve mil personas.

Los inocentes, los que no tienen culpa, son los que siempre pagan por nuestros irresponsables actos. Y es por ello que no vale lo de preguntarnos después: ¿Qué hicimos mal? Creo que con una dejación total de responsabilidad social, los servicios sanitarios deberían dejarnos olvidados con el teléfono del viento colgado y con un cartel donde pusiera: Adiós idiotas. Es el olvido que seremos, si no ponemos remedio.

Y claro que pienso en todos los que comenzaron su camino en este año: en la hija, Annette, una niña especial a la que le deseamos la mayor de las suertes; en las chavalas: Miss Mars, Lola y una joven prometedora de cuyo nombre no me acuerdo; en la abuela, las madres paralelas, mi ama y Benedetta y en todos y cada uno de los que lucharon porque esto fuera diferente: Desde la mujer que escapó; Josefina; la mujer del espía: Maixabel; Luca, Malcon y Marie o Lucas. Todos y cada uno de ellos tienen o han tenido un encanto especial para que su nombre no se borre de nuestra historia. Me encantaría también rescatar la historia de mi mujer y los Fragmentos de una mujer, pero es que nunca la he tenido, mujer digo.

Estoy convencido de que vendrán días mejores (Better Days), de que pondremos el amor en su lugar, es decir, en un lugar preponderante. Que conseguiremos ser ciudadanos y no sentirnos siervos, porque parece que cuando se nos pide ayuda social, lo consideremos un ataque frontal contra nuestra libertad.

Y nos pasaremos estos seis días corrientes, los que quedan antes del día de reyes suplicando poder estar con aquel amigo, al que hace una pandemia y media que no vemos y con miedo a otro Filomena, porque ya qué más nos puede pasar: Nunca volverá a nevar. Repitamos. No, no, no, que nieve, que fue maravilloso, aunque a los jefes les gustara menos. Pero el buen patrón es el que se adapta a este mundo cambiante que nos ha tocado vivir. El que puede llegar a los mismos o mayores beneficios, haya pandemia, desastres naturales o demás.

Y para los que no sepan lo que hacer siempre nos quedará el cine, desde los blockbusters palomiteros de Marvel y sucedáneos como: Spiderman, Eternals, James Bond, El ejército de los muertos a las más personales y, en mi caso, estimulantes Spencer, El poder del perro, Tres pisos, First Cow, Nomadland. El contador de cartas o incluso la pequeña pantalla con Small Axe, Succession o Pretend is a city del maestro Scorsese.

Nadie puede decir que no lo estemos intentando, al menos algunos, que no intentemos un mundo más justo, más solidario y menos individualista. Solo así saldremos de esta crisis y de cualquiera, aunque algunos no quieran entenderlo. Nos vemos el año que viene y espero que le quede menos al bicho. Se os quiere, a unos más que a otros.

FELIZ, SALUDABLE y CINÉFILO 2022

2 comentarios

  • Anónimo

    Querido emisor gracias por la recomendación directa de la película «Nuevo orden»:
    En la bandera de México simbolicamente el color «verde secundario» alude a la independencia o quizás a la esperanza.
    Por un segundo dejaremos de lado la discriminación de los colores de piel de los muy ricos y los muy pobres para volver al verde.
    En este caso al «verde vejiga»(el color de la maldad) de las latas de cervezas, de los militares… ¿cómo sería un mundo esperanzadamente independiente de las armas, el poder militar y la guerra?

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    • Querido receptor, tardo en contestar a estas letras. Espero que usted supiera ver los subtextos de esas imágenes quebradas en verde. Respecto a su pregunta le contesto con otra: ¿lo sabremos alguna vez?

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