XI Muestra Syfy. Días 1 y 2: Entre Snowpiercer y Maniac, caníbales y dementes
Era nuestra sexta Muestra, la primera que cubrimos extraoficialmente. El agobio de que lleguen las semanas y aún no se conozcan las fechas; los primeros títulos confirmados, la búsqueda de noticias para saber cuándo se pondrán a la venta los abonos; la incorporación de nuevas películas; el anuncio final de las películas programadas, eso cada año, durante más de diez.
El día 1, después de bastantes decepciones cada año, ya que la película más taquillera y/o palomitera del momento suele estrenar la Muestra, vimos 300: El origen de un imperio, Entre las películas que han abierto la muestra se encuentran: Watchmen, The crazies, Destino oculto, John Carter (que gracias a Dios pudimos cambiar por un estimulante pase de El gabinete del Dr Caligari junto a la música de Pegasvs) y Oz, un mundo de fantasía. Por delante, cada año, un total de películas, la posibilidad de pasar miedo y sobre todo reirse rodeado de frikis y de hacer amigos y gritar si alguna película te parece una mierda. Los precios han pasado de los 20 euros de hace seis años a los 40 los abonos y las películas sueltas de los 3 a los 4 euros. El cine Palafox ha pasado a ser el cine Callao. Y la presentadora, al menos lo que creo recordar, menos un año que fue Alexandra Jimenez, sigue siendo Leticia Dolera.
Lo dicho, 300: El origen de un imperio abrió esta muestra como el spin-off de aquella película ya de culto dirigida por Zack Snyder en 2006. Y si no nos gustó la primera, por mucho que el prodigio técnico de Zack Snyder sea memorable y por mucho que esos hombres musculados y casi en pelotas se paseen por la gran pantalla. Nos gusta la historia- sí- e incluso nos gustan las epopeyas pero algo veraces estaría bien. Esos pechos depilados, esa musculación exacerbado, ese dominio de la técnica en detrimento de la historia y de los personajes, ya no es que canse, es que es bochornosa.
En esta segunda parte, que se convierte en una comedia sin quererlo, Eva Green es lo mejor de la misma. Y no, no por sus tetas, aunque son preciosas, sino porque es la única de todo el reparto capacitada para que podamos ver algo más que efectos de ralentizados para el 3D o esteticismos innecesarios.
Entre las perlas que se escucharon ese primer día, pudimos recordar uno de los himnos de la Muestra Syfy: Canino (Para mi culo tu pepino) o los cantos de amor y de odio a una crecida Leticia Dolera, no por la altura. Y se habló de que habría muchas sorpresas a lo largo de la muestra.
Y entre ellas no estaban los cortometrajes, cuidado no digo que no hubieran ya hemos visto cuatro, pero se pierden en el olvido porque no les dan el lugar que se merece. Hace dos Muestras exactamente que el segundo día del Festival no se abre con una sesión dedicada exclusivamente a los cortometrajes: hora y media o dos horas de cortos para dotarles de un sentido específico y una importancia especial, pero ahora sólo sirven para adornar una película. Así junto a 300: El origen de un imperio, pudimos ver Aningaaq, un cortometraje de siete minutos que sería el contrapunto a la conversación que establece Sandra Bullock en Gravity por radio con un esquimal. Más que el contrapunto, sería el contraplano, lo que hay al otro lado de su voz. Es interesante pero sólo si se ha visto la cinta de Alfonso Cuarón.
El segundo día, comenzamos con Maniac que es un remake de un slasher de los ochenta de William Lustig. Esta vez protagonizado por Elijah Wood, aunque sea irrisorio porque cualquiera podría haber estado, ya que uno de los encantos de esta película radica en la cámara subjetiva que nos sitúa a todos los espectadores como los ojos del propio asesino maniaco. Es cierto que el primer visionado de este slasher deja un poso amargo y de una profunda impresión; pero en este segundo, esa radicalidad, esa técnica se diluye ante un guión demasiado preocupado por convencer. Lo que es incustionable es que Franck Khalfoun realiza una grandísima dirección de este horroroso viaje. Para empezar, una pequeña gran película francesa.
The frankenstein’s army ganó la Mención Especial de la Sección Panorama del último Festival de cine de Sitges. Llegada de los Países Bajos esta cinta dirigida por Richard Raaphorst es una suerte de falso documental sobre un ejército moscovita encargado de una peligrosa misión: buscar al Dr Frankenstein, capturarle y entregarlo a las autoridades pertinentes. Sus crímenes, experimentar con los cuerpos de comunistas y nazis para crear un ejército de seres con armas como manos. Potentes máquinas de destrucción ante las que no importa ni de dónde provengas ni cuáles sean tus ideas. Una bizarrada grande, que se convirtió contra todo pronóstico y con permiso de Snowpiercer en una de las mejores películas del día.
We are what we are. Jim Mickle no es un rostro nuevo en esta muestra. Ya que hace tan sólo un año, vimos Stake Land, también en el Syfy. Pero de entre sus tres únicas creaciones, quizás la mejor o por qué no decirlo, la única interesante no se ha proyectado nunca en España. Se trata de Mulberry Street, tiene una dirección fascinante, conseguida a pesar de un ínfimo presupuesto, una atmósfera de plagas y de constante huida y lucha contra el mal. La que nos ocupa este año no tiene ni todas las bondades de esta primera película: Mulberry Street ni las mejores hazañas de una película como Stake Land, a todas luces fallida. Lo mejor de We are what we are, es precisamente lo que no tiene suyo: Es una libre adaptación del universo que Jorge Grau creó para sus personajes en una película magnífica película mexicana realizada en 2008: Somos lo que hay. Y lo mejor, por tanto, es ese punto de partida, alucinógeno, indescriptible, pretendidamente dañino sobre el canibalismo en una familia de hoy, una rutinaria amalgama de sensaciones ante la vida y la muerte, y todos los mordiscos que hay que dar por medio. Y entonces llega Jim Mickle y hace un remake de esta cinta mexicana y la caga, porque ni tiene la factura técnica ni la atmósfera de su predecesora ni una historia tan potente. Parece que lo único que ha cogido de ahí es el canibalismo, el cómo lo cuenta, deja bastante que desear. Es lento y pretencioso. Eso sí, el final inesperado pasa a formar parte de los mejores finales del género de todo el año pasado.
Snowpiercer estuvo precedida de un cortometraje llamado Insectopia, a los frikis de la muestra les debió parecer decepcionante. Quizás la palabra es indescriptible. Y llegaba a su final la película más esperada de la muestra. Adaptación de la novela gráfica «Le Trasperceneige«, escrita por Jean-Marc Rochette y Jacques Loeb, Snowpiercer estaba dirigida por el cineasta de Corea del Sur: Bong Joon-Ho, responsable también de las increibles Memories of murder o The host entre otras. Esta vez con un reparto hollywoodiense: Chris Evans, Jamie Bell, Octavia Spencer o coreano: Song Kang-Ko; sin olvidar a las verdaderas almas de esta película: los pequeños pero inolvidables papeles de John Hurt, Tilda Swinton o Ed Harris. Joon-Ho ha tirado la casa por la ventana realizando una película sobre un futuro apocalíptico, una lucha encarnizada de clases. Un tren en marcha que lleva varios años funcionando y que lleva en su interior la única «humanidad» que existe en la Tierra. Todo se ha congelado y sólo han sobrevivido los que están en el interior. El guión está cuidadosamente medido así como su montaje. Todo cuadra y tiene su sentido. Las interpretacione son fascinantes y sobre todo el ritmo y una dirección apabullante. Para quien firma este análisis no es la mejor película del maestro asiático. Pero cada película sigue siendo un paso más en la excelencia creativa. Una peli de acción de ciencia ficción digna de los grandes maestros. Y lo mejor es que puede atraer al espectador más rezagado y al más cinéfilo, al más hollywoodiense y al más de autor.
Para finalizar como siempre, la película chorra. Si el año pasado nos partíamos con Dead Sushi o en años anteriores incluso con un Trash entre amigos comentado en tono jocoso por Nacho Vigalondo y amigos, sesiones normalmente de las horrorosas películas (pero divertídismas) de Hecho en Syfy; pues ayer, la encargada de cerrar la noche fue Fresh Meat, una bizarrada pero de las malas, venida de Australia. Con un guión completamente cogido por pinzas y llena de tópicos que sabidos llevar habrían compuesto una comedia slasher de lo más gratificante. Delincuentes de poca monta, canibalismo encubierto y costumbres ancestrales.