Un segundo (Zhang Yimou, China, 2021)
La película Un Segundo, del director chino Zhang Yimou considerado uno de los mejores y más influyentes cineastas de su país, abrió el Festival de Cine de San Sebastián y participó en La Sección Oficial aunque sin obtener premio.
El camino hasta su estreno ha sido tortuoso, fue censurada por el Gobierno Chino impidiendo su participación en la Berlinale de 2019; se argumentó “problemas técnicos” pero lo cierto es que fue desposeída del sello de aprobación gubernamental que la habilita para ser distribuida, ese año se celebraba el 70 aniversario del nacimiento de la República Popular, no es raro establecer la conexión. Tras varios remontajes infructuosos, el director se vio obligado a rodar varias escenas al gusto de los censores, será difícil ver la película que ideó el cineasta, tal vez una crítica a los campos de reeducación política donde estuvo internado en su adolescencia.
El director considerado miembro de “La Quinta Generación” mantiene una relación convulsa con el Gobierno Chino, con películas censuradas en su país como Vivir de 1994 premiada en Cannes, que no evita su participación en la dirección de las ceremonias de Apertura y Clausura de los juegos Olímpicos de Pekín en 2008. En la actualidad tiene varias películas pendientes de aprobación.
Hay bastante unanimidad en que no estamos ante su mejor película, pero es destacable el despliegue de amor al cine, desbordando nostalgia hacía ese trabajo artesanal, evocando al clásico Cinema Paradiso en su forma de introducir el cine en el cine que además cumple una función de cohesión del grupo humano, de catarsis al ver una película en grupo, de colaboración para un fin común, que no es otro que algo de entretenimiento en la terrible Revolución Cultural China liderada por Mao Zedong en la década de los sesenta.
La cuidada fotografía de Zhao Xiaoding colaborador habitual del director, crea bellas imágenes alrededor del primoroso manejo de las cintas de celuloide y llena de poesía el impresionante desierto del noroeste chino, haciendo del paisaje un personaje más de la cinta.
Zhang Yi interpreta a un padre en desesperada búsqueda del recuerdo de su hija que aparece brevemente en un Noticiero, herramienta del Estado para trasmitir los logros de la Revolución que se emite antes de las películas (en España durante la Dictadura franquista se llamaba NODO). Este contradictorio personaje se encuentra en su camino con una niña vagabunda interpretada por la talentosa Liu Haocum, una de las jóvenes actrices descubiertas durante las últimas décadas por Zhang; ambos personajes persiguen un objetivo común, aunque por razones muy distintas, este anhelado objeto que los enfrenta y los vincula al mismo tiempo, les hace correr incesantemente de un lado para otro.
La familia o la ausencia de ella, o el recuerdo de una que se perdió, pero siempre un tema recurrente en el cine chino: el padre aferrándose al recuerdo de una hija que no ve hace años, la niña con un papel cercano a una madre y ese Señor Películas que arrastra la culpa por su hijo accidentado, tal vez el único. Todo ello salpimentado con una violencia seca, que muestra casi como inevitable.
Una pequeña fábula que persigue un abrazo tan imposible como encontrar un fotograma en el desierto.
Festivales y premios: Festival de San Sebastián (Sección oficial a concurso. Película inaugural).
Sinopsis: Un convicto es enviado a un campo de trabajo en el desolado noroeste de China durante la Revolución Cultural del país. Utilizando su ingenio, y con el único fin de ver a su hija, quien ha sido filmada en una película, logra escapar y huye en dirección al cine de un pueblo cercano. Allí espera encontrar esa cinta de película y hacerse con ella. Sin embargo, en dicho lugar se cruza con una vagabunda desesperada por conseguir el mismo carrete de película y que logra robarlo. Curiosamente, este enigmático objeto, que ambos anhelan por motivos muy distintos, se convertirá en la raíz de una inesperada amistad.