Reparar a los vivos (Katell Quillévéré, Francia, 2016)

Caramel Films estrena este viernes 4 de agosto la tercera película de la directora nacida en Costa de Marfil  Katell Quillévéré (Un poison violent de 2010 y Suzanne de 2013). basada en la premiada novela del escritor  Maylis De Kerangal. que explora los dilemas éticos de las donaciones de órganos. El año pasado, Reparar a los Vivos, fue seleccionada en la sección Horizontes del Festival de cine de Venecia y en las secciones oficiales de los festivales de cine de Toronto o la Seminci de Valladolid. 

La película realiza un viaje desde la muerte hasta la vida. Desde la desolación, la tristeza y la pérdida hacia la regeneración de una vida damnificada, enferma… Katell hace especial hincapié en el concepto de donación y en la cadena humana solidaria que se genera desde que una familia acepta donar los órganos del fallecido (o el propio fallecido si es mayor de edad) hasta que ese o esos órgano/s se transplantan en otra persona que tenía pocas posibilidades de sobrevivir pos sí misma. La vida muerta genera vida.

Aunque el transplante parece muy real es una reconstrucción en estudio con efectos especiales para la que la directora se valió de un importante equipo de doctores y cirujanos que le asesoraron para que la operación fuese lo más certera y creíble posible.

Siempre que veo una cinta con alguna donación de órganos recuerdo quizás la mejor película española moderna Todo sobre mi madre, en ella Cecilia Roth practica junto a su compañera Cayetana Guillén Cuervo, todos los días, las dramatizaciones en el hospital para poder hablar con los familiares de un fallecido en quirófano, para poder optar a sus órganos. Lo que no sabe es que en esa rutina diaria, llegará a enfrentarse ella misma a esa situación.

En Reparar a los vivos el momento estrella se encuentra en el diálogo complicado entre un Tahar Rahim (Un propheta) muy apagado y los progenitores del chaval fallecido, completamente destrozados. En función de lo que ellos quieran, se puede optar por dar nuevas vidas, o no. Pero la decisión es tremendamente complicada.

Como mayor defecto, la película parece un canto de amor a los transplantes, innecesario y que parece financiado por la OMS o por algún ministerio de salud, para revertir las estadísticas y generar muchas más donaciones.

Como conclusión a la cinta, tenemos el Five years del enorme David Bowie, la cual en sus primeros compases parece recrear el latido de un corazón y, en realidad, nos habla de un mundo al borde del caos. Como lo que ocurre cuando alguien joven fallece, no parece que haya salida. Todo es muerte, sufrimiento, decepción, melancolía y una profunda tristeza.

«Nuestro corazón no entiende de distinciones de género, ni de edad, ni de raza, ni de clase social» (Declaraciones de la directora en el nº de agosto de Fotogramas).

 

Premios: 

  • Premios César: Nominada a Mejor guión adaptado 
  • Festival Internacional de Valladolid – Seminci: Sección oficial

 

Sinopsis: Todo comienza de madrugada en un mar tempestuoso con tres jóvenes surfistas. Unas horas más tarde, en el camino de vuelta sufren un accidente. En el hospital Havre, la vida de Simón pende de un hilo. Mientras tanto, en París, una mujer espera un trasplante providencial que le pueda prolongar su vida. Thomas Remige, un especialista en trasplantes, debe convencer a unos padres en estado de shock de que ese corazón podría seguir viviendo en otro cuerpo. Y salvar, tal vez, una vida.

Nota: 5,5

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