Quien a hierro mata (Paco Plaza, España, 2019)

Tras el éxito de Verónica, Paco Plaza se traslada al narcotráfico gallego con una historia de venganza y culpa protagonizada por Luis Tosar. 

Paco Plaza tocó el cielo hace dos años con Verónica. Convenció a propios y extraños que detrás de ese cineasta irregular estaba la mirada de un hombre capaz de adaptar los géneros cinematográficos y sus esquemas, leitmotivs y motivos a nuestra idiosincrasia, humor y lenguaje particular.

El título, que es un spoiler en toda regla, hace referencia a la cita bíblica (San Mateo 26 52) que da pie al argumento de la misma. El título internacional de la película: Ojo por ojo, no deja pie a interpretaciones y es una verdadera pena, porque la gran baza que podría jugar esta película es la de dejar perder al espectador en un trasunto de recuerdos, de malas decisiones, de decepciones y de desvaríos a la vez que su protagonista. Se trata de dar a conocer la información en el mismo grado y tiempo en que la va procesando un personaje, pero eso aquí no es lo decidido.

Plaza opta por ir desgranando la historia con mucha más ligereza que profundidad. Pervierte los recuerdos a través de telenovelescos flashbacks y deviene los acontecimientos más interesantes en golpes de efecto esperables más que en sorpresas narrativas que mantengan el hilo de la historia.

Aún así cualquier historia que arrastre pasado y presente al narcotráfico de la historia y que tenga como recurso el cuidado de uno de los narcotraficantes en una residencia. ya tenía jugo. Un jugo al que hay que sumar el saber hacer de Luis Tosar y de un reparto mayoritariamente desconocido y que brilla aunque podría caer fácilmente en la sobreactuación. No por un mal trabajo del reparto en sí mismo, sino porque los personajes están completamente estereotipados, llenos de tópicos y sin demasiados flecos que permitan ver una evolución.

Película, eso sí, entretenida, amena, disfrutable, un pasatiempo que no dejará poso y que sería otra cosa en la mano mucho más esteta de un cineasta como Rodrigo Sorogoyen. Curioso es que el guión sea tan manido y facilón, tan previsible y simple, porque detrás de él, entre otros se encuentra Jorge Guerricaecheverría, que ha colaborado en varias ocasiones con Alex de la Iglesia (La comunidad, El día de la bestia, Los crímenes de Óxford) y que ganó un Goya (estando nominado en siete ocasiones) al mejor guión original por Celda 211.

Cuenta con una escena definitoria con poder y con fuerza pero mil veces vista, para descubrirnos como opera el mundo del narcotráfico gallego. Pero lo hemos visto mucho mejor realizado, quizás también con más medios en Fariña o en Vis a Vis, por mencionar dos ficciones violentas españolas, con una factura técnica impecable.

Quien a hierro mata… Solo lo advertimos. No es mala película, pero podría ser mil veces mejor.

Sinopsis: En un pueblo de la costa gallega vive Mario, un hombre ejemplar. En la residencia de ancianos en la que trabaja como enfermero todos le aprecian. Cuando el narco más conocido de la zona, Antonio Padín, recién salido de la cárcel, ingresa en la residencia, Mario trata de que Antonio se sienta como en casa. Ahora, los dos hijos de Padín, Kike y Toño, están al mando del negocio familiar. Pero un fallo en una operación llevará a Kike a la cárcel y les generará una gran deuda con un proveedor colombiano. Toño recurrirá al enfermero para que intente convencer a su padre de que asuma la deuda. Pero Mario tiene sus propios planes.

Nota: 6

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