Polvo serán (Carlos Marques Marcet, España, 2024)
Polvo serán, de Carlos Marqués-Marcet, inaugura la Seminci tras triunfar en la sección Platform del Festival de Toronto con una genial mezcla de amor, suicidio y danza.
Polvo serán coincide en temática con Los destellos, de Pilar Palomero y La habitación de al lado, de Pedro Almodóvar. Aunque cada cineasta lo aborda desde un lugar diferente, todas nos hablan del modo de afrontarla, de tomar las riendas con decisiones personales, no del todo entendibles para aquellos que les rodean. En cualquier caso, cada una de estas aproximaciones invitan a una reflexión, muy pertinente y vinculada a la legislación sobre “muerte digna” tan presente en las envejecidas sociedades occidentales.
“Ha sido muy enriquecedor la relación con asociaciones de defensa del derecho a morir, especialmente Dignitas en Suiza que abrió sus almas para ayudarnos a entender un poco más el proceso”, añadió Marques Marcet.
Marqués-Marcet cierra el círculo, iniciado con Los días que vendrán hasta su nueva película; si en la primera habla sobre el comienzo de la vida, en Polvo serán se adentra en un posible final. Algo tan trágico como una enfermedad incapacitante, gracias al guion que comparte con Clara Roquet y Coral Cruz, pero sobre todo a la imaginativa y transgresora decisión de convertirlo en un especialísimo músical, hacen de este filme un viaje visualmente atractivo sin eludir toda la tragedia que lo acompaña.
La trama está envuelta en la moderna y maravillosa coreografía de Marcos Morau y La Veronal que Claudia (Angela Molina) sigue con facilidad y que empasta perfectamente en su desarrollo. La compositora María Arnal crea una banda sonora muy especial y toda la cinta está trufada de estupendas melodías, desde un aria de La Calas hasta una vibrante salsa.
La Fotografía de Gabriel Sandru, se acerca a cada rincón de la casa que comparten la pareja protagonista y su hija, en un ambiente muy teatral y se recrea en el bello y arrugado rostro de Ángela Molina, pura expresividad.
“Es fácil hacer películas con buenos actores y que te hacen lucir como director”, declaró Marques Marcet
Un acierto la elección del reparto. Las interpretaciones de todo el elenco están a la altura del filme. Muy destacable el trabajo de la veterana pareja protagonista (Angela Molina y Alfredo Castro) en su maestría en la forma de trasmitir el amor que les une, el envidiable egoísmo que les sumerge en su propia burbuja, apartándoles del mundo y hasta de su propia familia. “yo sólo soy tu padre, con esta señora tengo un compromiso de vida”, dice Flavio; algo que la hija Violeta (Mónica Almirall) tan dependiente emocionalmente, no alcanza a comprender.
Cada uno de los hijos representa un punto de vista fácilmente reconocible, influido por el vínculo que les une a sus padres y también por viejos resentimientos.
El principio es muy poderoso y refleja bien la dureza del cuidado a una persona amada enferma y las consecuencias que desencadena; a ratos algo edulcorado y poco realista, en ningún momento se intuye una queja.
Para Marqués-Marcet todo ha cambiado desde la pandemia. «Nuestra relación con la vida es otra porque la muerte se nos ha hecho muy presente. Es preciso repensar la muerte. Lo peor es no poder hablar de las cosas»
Premios y Festivales:
Festival de Toronto 2024 – Premio Platform
Seminci 2024 – Espiga de Plata y Mención especial del Jurado (Ángela Molina y Alfredo Castro)
Sinopsis: Tras ser diagnosticada con una enfermedad terminal, Claudia decide emprender su último viaje a Suiza. Allí podrá decidir cómo y cuándo terminar su vida gracias a la ayuda de una asociación de suicidio asistido. Flavio, que no se ha separado de ella en más de cuarenta años, decide unirse a este viaje sin retorno. Violeta, mientras tanto, se convierte en mediadora involuntaria entre sus padres y todo lo que dejan atrás, al tiempo que intenta encontrar su lugar en esta historia.