Nos deja Basilio Martín Patino, el cineasta libre y clandestino

Basilio Martín Patino, el director salmantino de espíritu anarquista, irreverente, provocador y azote del franquismo, nos ha dejado huérfanos. Huérfanos de lucha y de convicción, de idealismo soñador en sus 86 años de vida y de anarquismo. De familia de derechas y católica, no hay que olvidar que sus dos hermanos se dedicaron a la vida religiosa. Su hermano Jose Maria Martín Patino, fallecido en 2015 fue secretario del Cardenal Tarancón y sacerdote de profesión. Basilio huyó de esas ideas y abrazó las ideas anarquistas. Se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca y obtuvo el título de director-realizador en la Escuela Oficial de cine de Madrid, con el cortometraje Tarde de domingo en 1961, que fue una práctica final de sus estudios.

Previamente a su incursión en el cine, había escrito Calle Toro, antes Generalísimo, libro que fue finalista al Premio Biblioteca Breve, pero que el autor no quiso publicar. Además había sido uno de los pioneros de la publicidad en España.

En 1953 comenzó su historia de amor con el séptimo arte, que le acompañaría hasta su último suspiro, creando el cineclub de la Universidad de Salamanca y publicando la Revista Cinema Universitario. En 1955 organiza en Salamanca las I conversaciones sobre cine Español (Conversaciones de Salamanca). Dirigidas por Ricardo Muñoz Suay, en ellas se reunío a los mejores directores del cine español de la época. En ese mismo año realiza el que sería su primer cortometraje: Imágenes sobre un retablo.

Después de Tarde de domingo realizó cinco cortometrajes: El noveno (1961). Torerillos (1962) que le supone sus primeros problemas con la censura e Imágenes y versos de la navidad (1962).

En 1966 dirige su ópera prima que consigue burlar a la censura: Nueva cartas Berta. Con  ella consigue la Concha de Plata del Festival de San Sebastián, el abrazo del público y permanecer en cartel más de cien días.

Entonces Patino debió elegir, o seguir el abrazo de su público o luchar por sus ideales con una de las mejores herramientas que existen en el mundo: El celuloide. Y lo hizo. Comenzó una carrera alejada de circuitos comerciales, con beneplácito crítico y con reconocimiento internacional, pero sin repercusión real en nuestro país. Destacó por esa ópera prima libérrima de la que hablábamos y por los documentales Canciones para después de una guerra (1971) donde las imágenes del Nodo nos permitían un viaje sentido sobre la posguerra en España; Queridísimos verdugos (1973) quizás su película más polémica y libre, documental también en el que entrevistaba a varios verdugos y víctimas, un La pelota vasca, lo más objetivo posible, pero de nuestra etapa más gris. Y en 1974 su otro documental reconocido Caudillo, sobre Franco. Podéis imaginar que la censura no hubiera permitido la difusión de estos dos últimos documentales mencionados, asi que Patino tuvo que rodarlos clandestinamente y los estrenó tras la muerte de Franco.

Como buen amante del cine, poseía una colección de artilugios utilizados en los primeros años del cine que se encuentra en la Sede de la Filmoteca de Castilla y León y exploraba con cada proyecto los nuevos recursos que iban surgiendo; daba igual su edad, él podía estar con setenta u ochenta años investigando las posibilidades del vídeo, del 3D, del videoarte, del montaje digital… Como buen documentalista exploró los caminos libres del falso documental y estas experimentaciones le llevaron a regalarnos en el año 2015 un documental precioso titulado Libre, te quiero. Un testamente fílmico de un octagenario que parecía un adolescente con la misma ilusión y los mismos sueños que aquellos que nos levantamos en mayo del 2011 por un país diferente, por la conciencia social y por la irreverencia ante los poderes fácticos, bancarios y opresores.

Las heridas de la memoria tienen un caballero perpetuo. España te debe un reconocimiento y te dejó únicamente la armadura, más como condena que como reconocimiento. El mismo olvido que tú denunciabas es el que tú conseguiste. Pero sólo ha podido callarte la muerte Basilio, y eso es maravilloso. Ahora, todos podremos admirar y estudiar tus obras. Tu regalo al universo, para que no repita sus errores y para que sea un poquito más consciente de sus barbaridades. Te vas con todas tus canciones, con todas tus cartas, con todas tus denuncias y tus recuerdos. Pero nos dejas tus sueños hechos películas.

Basilio, libre te queremos, Basilio: Gracias.

Premios que recibió el cineasta:

  • Espiga de Oro a toda una carrera y retrospectiva en la Seminci de Valladolid del 2002
  • Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España en 2005
  • Homenaje por toda su carrera como documentalista en la Muestra Cinematográfica del Atlántico Alcances en 2006

 

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