Mi soledad tiene alas (Mario Casas, España, 2023)

Mario Casas busca probar suerte en la dirección con su primer proyecto titulado Mi soledad tiene alas. Una cinta con la que el actor buscará homenajear al cine quinque de los 80s, ambientando su relato en la Barcelona actual y con su hermano pequeño Óscar Casas, como protagonista.

Mario Casas asume el riesgo de ser criticado, en un buen momento de su carrera actoral en que tras el merecido Goya por No matarás, va adquiriendo peso interpretativo y tiene a su alcance papeles que se alejan del papel de “guaperas” que le acompañó en sus inicios.

Si me dicen que no valgo como director, puedo asumir el fracaso, he hecho la película con todo el cariño”. Tampoco ha sido un salto al vacío porque ha estado muy bien arropado por un gran equipo que en algunos casos conoce de trabajos previos : En la fotografía Edu Canet (No Mataras, Alma) , la dirección artística Nuria Guardia (El amor en su lugar, Paradise Hills) y una estupenda Banda sonora, realizada por Ángeles Toledano, Gloria Maurel y Javier Martín, el proyecto paralelo de Víctor Cabezuelo de Rufus T Firefly, quienes han buscado rendir homenaje a Poema del Cante Jondo de Federico García Lorca. La canción principal está compuesta e interpretada por Morad, cantante de Hospitalet que se estrena en el cine. No será el único debutante, junto a Oscar Casas (El orfanato, El sueño de Iván) que tiene el papel protagónico, aparecen Candela González y Farid Bechara. Ambos se estrenan en esta película y sorprende la solvencia de ambos, pero especialmente la que Candela muestra en el desarrollo de su personaje. Otros nombres más veteranos de nuestro cine: Francisco Boira (La mala educación), Marta Bayarri (Félix, la Riera) rematan el elenco.

El guion se escribió a cuatro manos junto a Déborah François, actriz y guionista belga, durante el confinamiento de 2020.

La película no inventa nada y está trufada de clichés, pero es tierna y orgánica, no viene a hacer una crítica social a pesar de tratarse de una peli de chavales de barrio con pocas oportunidades de salir de la estrecha realidad en la que viven, pero conmueve por momentos acompañando el dolor y la falta de expectativas de los personajes. Se centra más en el destino fatalista de sus personajes que en la denuncia de una sociedad que les ofrece pocas oportunidades. La realidad de Dan es dura, pero posee un sueño, una enorme habilidad que le permite aventurar un futuro mejor.

Lo peor es el excesivo protagonismo que le concede a su hermano Óscar Casas, con una presencia física potente pero falto de la “negrura” necesaria para dar vida a un chico con tanto dolor acumulado, a pesar de hacer el gran esfuerzo de perder más de 8 kg para meterse en el papel de Dan, no acaba de encajar en el personaje.

Mario Casas recurre con exceso al primer plano, su hermano aparece constantemente en pantalla y en ocasiones no está a la altura. Tal vez le ha sobrado amor fraterno.

Mi soledad tiene alas es un homenaje al cine canalla de los 80s, pero trasladado a las calles de un barrio de la Barcelona actual. Evoca, aunque se queda muy lejos, A cambio de nada (2015), de Daniel Guzmán, Deprisa, deprisa (1981), de Carlos Saura, más arriesgadas películas y con un desarrollo más turbio, más canalla, con más verdad. Aquí se edulcoran la marginación y la criminalidad, alejándose de descarnadas tragedias y no queriendo entrar en la crítica social. Está más cerca de Las leyes de la frontera 2021 de Daniel Monzón.

En palabras del realizador: “Ha sido un proceso largo que nos ha llevado más de un año, pero a la vez ha sido precioso. Me siento un privilegiado de haberles podido dar una oportunidad a unos jóvenes que sólo desprenden talento y entrega. Ha sido uno de los viajes de mi vida.”

«Yo tuve que sacar esas alas y luchar para cumplir mi sueño». Sospecho que estas alas le condujeron a su trabajo como actor y ahora como director, en la que intuyo no será su única película.

Sinopsis: En un barrio humilde a las afueras de Barcelona, Dan y sus dos amigos, Vio y Reno, viven sin pensar en el mañana, entre fiestas y dando palos a joyerías. Detrás de su apariencia de pequeño delincuente, Dan esconde un artista con talento, y una sensibilidad distinta al mundo que le rodea. La reaparición de su padre, tras salir de la cárcel, despierta los viejos demonios de Dan, sumergiéndolo en una espiral de violencia que le obliga a huir y pone a prueba la amistad entre los tres amigos. Empieza un viaje de descubrimiento sin retorno para Dan y Vio, donde tienen que dejar atrás los niños que fueron, cambiando sus vidas para siempre. ¿Podrán escapar de su destino por amor?

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