LAS MEJORES PELÍCULAS (ESTRENADAS) DEL 2013. TOP 6: LA JAULA DE ORO
En este 2013 hemos vuelto sin duda a creer con incipiente pasión en esa cinematografía que parecía algo perdida: la hispana, desde México, desde las mismas manos que vieron nacer uno de los mejores cortometrajes de la última década: I want to be a pilot, llega esta Jaula de oro. Su director se llama Diego Quemada-Diez, es contra todo pronóstico, un burgalés que ha trabajado como ayudante de dirección de fotografía del cineasta social por excelencia: Ken Loach, para quien trabajó en Tierra y libertad en 1995 e incluso de Isabel Coixet, para la que realizó lo propio en Cosas que nunca te dije. El prestigio viene de la colaboración con dos directores de la talla de Tony Scott e Iñarritu.
La jaula de oro habla de la falta de oportunidades que tienen los jóvenes, desde una dirección casi invisible como le decía su mentor Ken Loach. Todo lo que pasa en la película es veraz, muchos ni habían leído el guión, su director quería que esos niños realizaran ese viaje, un viaje desde sus pobres aldeas hasta la oportunidad de Usa, que nunca será como se la pintaron. Ellos viven en realidad ese viaje, porque el equipo de la película se encarga de generar ese contesto, sin decir cómo se tienen o no que hacer las cosas. Se filma más o menos en continuidad y «te das cuenta de que los niños van reproduciendo parte del guión que ni siquiera han leído».
Tuvimos la oportunidad de estar con su director: Diego Quemada-Diez en una Masterclass en la Escuela Tai de Arte y espectáculos de Madrid. En ella el cineasta nos habló de su método para dirigir.
Atendiendo a que La jaula de oro, es una crítica social ante la deshumanización del mundo frente al problema de la inmigración, nos enseñó un cuadro del que todavía no hemos podido olvidarnos: American Progress de John Gast.
Todo funciona por contrastes, la justificación de la ocupación de los Usa traía el progreso y en esta película lo que se quería era articular una idea con imágenes, poemas, etc., y con la intención clara y el objetivo de lo que querían comunicar. Usa se convierte en las fronteras de nuestra vida cotidiana. El contraste también entre objetividad y subjetividad, entre realismo e idealismo.
Otra de las ideas principales de la película, es que una vez desmoronado el mundo en el que creía, al protagonista sólo le queda lo que ha vivido.
Citaba Diego Quemada a Val del Omar: «La manipulación (del espectador) sólo está justificada si tiene un sentido poético», el querer empatizar con el público para crear unidad entre nosotros, no tanta separación y miedo como promueven los medios de comunicación.
Cuando se realiza una película hay que atender a varios niveles: el político, el poético o simbólico y el narrativo y sabiendo que el arte es una de las mejores armas para transformar el mundo y utilizando la experiencia y los conocimientos para crearlo. En este caso, por ejemplo, El viaje del héroe en autores como Kiarostami o Dresen.
No podemos olvidar nunca la experiencia a la hora de crear, decía Diego Quemada. «Navegaré por mares ajenos hasta naufragar en mi mar» Anna K. y el gran Pier Paolo Pasolini recordaba que «La evocación debe estar por encima de la representación».
El punto de vista de la película es tan humanista que ni siquiera se pone una cámara en un lugar donde no pudiera haber un ser humano. Tiene reminiscencias a La batalla de Argel, a Rodrigo D., a la primera película de Ken Loach, a El evangelio según San Mateo, a El tren Frankenheimer, a El increible hombre mengunte, a El séptimo continente, a Dersu Uzala y sobre todo, la inspiración y la manera de rodar viene de la enorme In this world de Michael Winterbottom. De todas y cada una, esta Jaula de oro tiene algo.
Se atreve Diego Quemada a decir que el cine está en la rima, que a través de una imagen que se repite generas algo parecido a la poesía.
Si algo tiene La jaula de oro positivo son unas interpretaciones en estado de gracia, y una sabia combinación del género documental y ficción. A modo de clímax final, el cineasta nos advierte que es necesario una relación con los productores intensa y no tensa. hay que cumplir en la medida de lo posible el plan de trabajo, el guión, el presupuesto.
Diego Quemada ha tenido mucha suerte, varios importantes distribuidores se fijaron en él y le llevaron al mercado de Cannes, donde pudo contar con pitching su proyecto, y se lo financiaron, pero además se benefició de una política fiscal para el cine en México mediante la cual las empresas muy grandes pagan impuestos grandes y pueden destinar parte de ellos para hacer películas. Se puede financiar así hasta el 80% de la película y el otro 20% restante se financiará a través de empresas privadas o ayudas públicas internacionales, en este caso a través de una coproducción entre Ibermedia España, Tornasol y alguna fundación de Usa. Algunos de sus estados contribuyeron en especias.
Es pesimista, y la película es dura, es un Los 400 golpes mexicano con una sensibilidad y una dureza con la que no habría podido rodarse en 1959: «Al final vayamos donde vayamos, ese lugar paraíso, no está en ningún lado».