High Rise (Ben Wheatley, Reino Unido, 2015): Rascacielos esquizoides

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Cuando le explicas a un niño qué es la ciencia ficción siempre partes de la fantasía, los sueños, ese imaginario visual infantil que se generaba con los cuentos infantiles y ahora lo hace en pantalla de plasma o diminutas pantallas táctiles. La ciencia-ficción es – les digo- cualquier historia que queráis crear y que no exista en la realidad. Siempre hay alguno que pregunta si ciencia ficción es crear una piscina de chocolate. Les digo que si eso les gustaría y todos asienten relamiéndose. Entonces llega el típico niño inteligente y te increpa. Bueno si es todo lo que no exista en la realidad, también puede ser algo malo, ¿no? Como una piscina con pinchos? Si. Eso también sería ciencia ficción. En dos preguntas perspicaces y desconocedoras de su propia relevancia el niño comprende el significado de la palabra utopía y distopía. Y lo que es más importante, entiende que cualquier cosa que imaginemos y que no sea real no tiene por qué ser buena.

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High rise es una adaptación de una novela de ciencia ficción escrita por y se estrenó en cines el 13 de mayo de la mano de Betta Pictures. Su director es el inglés y fue presentada en el Festival Internacional de cine de San Sebastián en 2016. Las películas de su director Ben Wheatley exploran desde la comedia y la simple presentación de personajes los intransitables caminos de la locura y la puerta infranqueable entre lo que se considera un hombre realmente bueno y lo que no: El asesinato. Killer List () y Turistas (Sightseers)…

 

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De una factura impecable y una fotografía prodigiosa, High rise provoca al espectador un sin fin de sensaciones que pueden pasar por la admiración, el tedio o la locura. Destaca una dirección perfeccionista y medida en la que se consigue en una gran secuencia de montaje pasar de la perfecta armonía y sosiego a una degradación moral y física.

Todos viven este cambio brusco y desmesurado, tanto los personajes como el propio edificio y la única salvación parece ser el individualismo más atroz y extremo.

High-Rise retrata de una manera violenta y cruenta a la sociedad occidental no tan futurible, ya que como él escritor de la novela Rascacielos (1975) en la que se basa esta película: J.G.Ballard afirmaba sobre su obra: “En mi ficción, el futuro no ha estado nunca a más de cinco minutos”. Casi a la manera y con la estética (aunque sea una película futurista) de algunas grandes películas distópicas de los años 70 como La naranja mecánica o Fahrenheit 451.

El problema de High rise es que acaba perteneciendo al limbo de las películas que no se saben cómo catalogar. Parece un ejercicio plenamente experimental y de autor pero por otra parte parece querer llegar a muchos públicos de una manera mucho más comercial y/o convencional. Lo bueno de quedarse entre estos dos bandos es que el propio protagonista de esta cinta, también se encuentra entre amos. Se queda en ese lugar tanto para la crítica como para el público:

Para muestras, las opiniones de dos conocidos críticos:

  • «Sobre el caos, la demencia y la inanez vuelan efectivamente varias simbologías a propósito del mundo que construimos, y el hecho de que resulten tópicas y algo tontuelas no les quita ese amargor de fin de fiesta» Oti Rodríguez Marchante: Diario ABC

 

  • «Con ‘High-Rise’ [Wheatley] ha pasado a otro nivel, el de los directores superdotados (…) integra el horror, la psicodelia, el surrealismo y la locura, en una mezcla psicótica, hipnótica, subversiva, grotesca, morbosa.» Beatriz Martínez: Diario El Periódico
Su incursión en el Festival de cine de San Sebastián, en la sección oficial, nos sorprendió lo suficiente como para no entender como una película perfecta para Sitges concursaba en uno de los festivales internacionales más prestigiosos? del mundo. Quizás echamos en falta un premio a la mejor dirección para esta película o a la mejor fotografía.

NOTA: 6

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