Entrevista a Manuel Martín Cuenca, director de Canibal
Me abre las puertas sonriente y me invita a un café que pido cambiar por un té, porque no me gusta la tierra espesa. Manuel me invita a entrar, con alegría y convencimiento y preparamos la técnica para sentarnos a dialogar sobre su cine y sobre uno de los hitos cinematográficos de este año en España: Canibal, aún en cines.
«Canibal es una historia que desde mi punto de vista habla sobre lo que está ocurriendo en este país. Este país tiene un gran problema con reconocerse a sí mismo lo que es.»
- Canibal es un título tan explícito y contundente, que muchos aduciendo a los tópicos rechazan antes de haberla visto. ¿Cómo harías que ese público se sintiese atraído por tu película?
Los prejuicios son muy difíciles de desmontar y es una tarea ardua y a veces imposible. Canibal es básicamente una historia de amor. Utilizamos la estructura del thriller como una excusa para hablar de una historia intimista. ¿Qué es lo que pasa si te enamoras de la persona equivocada? En el caso del protagonista él nunca ha reflexionado sobre lo que hace; ejerce el mal (es un asesino canibal como una gran metáfora) y va descubriendo quién es. Es una historia sobre la posibilidad de mirarse al espejo y reconocerse y con ese título se pretende que quede implícito. Esto puede echar para atrás a mucha gente, además de que Canibal es una historia que desde mi punto de vista habla sobre lo que está ocurriendo en este país. Este país tiene un gran problema con reconocerse a sí mismo lo que es.
A una persona que tiene ese rechazo inicial le diría que no es una película gore ni creo que vea algo que le haga sufrir, simplemente verá algo que le puede hacer reflexionar. Es curioso porque es verdad que para muchas mujeres es un tema muy tabú pero también siento que cuando entran en la película, son las que mejor saben valorarla y entenderla.
- Ves Canibal y piensas que te están contando un cuento. ¿Cuánto tiene Canibal de cuento?
Lo tiene casi todo, es una especie de representación, de un encuentro sobre el mal. La reflexión de los cuentos infantiles que se han ido elaborando a lo largo de los siglos, representan los conflictos del niño y del ser humano y sus posibles soluciones. Hablan sobre sus temores, sobre sus miedos, sobre sus deseos. Hansel y Gretel sobre el temor a que los padres les abandonen, etc. Los cuentos de alguna manera representan eso y te dan una armazón simbólica para poder entender, reflexionar o superar. Y Canibal para nosotros es eso. Quizás Malas temporadas era una película mucho más costumbrista y social; pero La mitad de Óscar y Canibal son películas donde la representación, lo teatral como cuento, aparece para hablar de conflictos que están ahí. Es como si el cine nos hablara no de nuestro mundo; sino de un mundo paralelo que está conectado al nuestro, que habla sobre el nuestro, que es el de los cuentos infantiles.
- Al igual que en La flaqueza del bolchevique, Canibal parte de una novela, escrita por Humberto Arenal. ¿Cómo llegó esta novela a tus manos y cómo decidiste que sería tu siguiente película?
La idea de canibal surgió a través de Alejandro Hernández, el guionista con el que trabajo, con el que he hecho varias películas y que además es socio de Lalomablanca, los dos fundamos la productora. Y él había leído esta novela, conocía al autor cubano, a Humberto Arenal. Me habló de ella y me habló del concepto que tenía. Incluso antes de leer la novela hablamos sobre hacer una película sobre este tabú y la representación del mal. Antes de leerla, yo le dije que la idea me parecía muy buena y que podría haber una película ahí, pero que no deberíamos hacer una película sobre el canibalismo en Cuba sino que deberíamos de traerla a nuestro ámbito, a nuestra sociedad. A partir de ahí compramos los derechos de la novela, yo la leí y empezamos a trabajar en el guión. Pero la novela fue sólo un punto de partida, por eso dice que está inspirada libremente, porque en el momento en que cambiamos la época y cambiamos el lugar, empezaron a cambiar muchas cosas, empezamos a reescribir. Desde la primera versión hasta la última, la novena que fue la que rodamos, el viaje ha sido bastante largo. La esencia de la historia proviene de ahí, pero la inscripción en el mundo en el que está la historia, es totalmente nueva. El hecho de que sea sastre, el hecho de Granada, el hecho de que sean dos hermanas gemelas. Todo eso es inventado en el guión.
- El personaje de Carlos adquiere mucha más relevancia y verdad, cuando se encuentra dentro de su morada. ¿En alguna fase de las reescrituras del guión, la historia se localizaba siempre en el interior de esa casa?
La historia se fue concentrando cada vez más en esa casa y esa sastrería. La historia en un principio era más abierta, pasaban más cosas, el sastre hacía otras cosas. Yo creo que para nosotros el trabajo de guión es encontrar una historia, empezar a escribir cosas y, poco a poco, ir depurando y llegar a la esencia. Encontrar el tronco de las cosas y cuando ya lo encuentras, ir empezando a deshojar todo eso y quedarnos con lo esencial, y ahí, fue donde la película, probablemente desde la quinta o sexta versión, de depuró más y se centró mucho más en lo que es la película ahora, en la casa, la sastrería y la relación exterior entre una cosa y otra, que es la montaña. Si es cierto que como le ves en la intimidad, en la esencia, cuando se define realmente el personaje de Carlos (Antonio de la Torre) es en esa casa y esa sastrería. Cuando está tocando las telas, cuando está tumbado, cuando está cenando, cuando está cocinando, trabajando en su estudio o incluso cuando se acuesta desnudo. Eso es una cosa fundamental en el personaje, no de trama, pero si de personaje. Esto fue una cosa intuitiva porque me llamaba la atención y de alguna forma ese era un camino para desmontar al personaje. Es un personaje que siempre hacia fuera de la sastrería intenta ser preciso, correcto y ahí no es una persona normal. Una persona que se tumba sólo en una cama doble y que establece esa especie de relación sensual con las sábanas casi como si las estuviera haciendo el amor. De alguna manera, se abre, se desnuda físicamente. Hay es donde el espectador puede ver que es más especial.
«Es una pulsión del deseo. Sobre el por qué llega ahí, nosotros construimos nuestra historia, pero ni queremos ni necesitamos explicarla».
- ¿Carlos sólo puede matar lo que desea?
Sí, de hecho lo otro no le interesa. No es un tipo que mate cualquier persona por alimentarse. Es una pulsión del deseo. Sobre el por qué llega ahí, nosotros construimos nuestra historia, pero ni queremos ni necesitamos explicarla, porque además creíamos que lo que hace inquietante y turbador a la película y lo que hace que cierto espectador no acabe de entrar es porque el espectador está buscando una solución. Está buscando una respuesta e incluso tomar distancia de ese personaje pensando en su motivación. Y eso le tranquiliza y era precisamente lo que no queríamos, tranquilizar al espectador. Queríamos que viera cosas en estado puro que le inquietaran y que no supiera colocarlas ni explicarlas. Algunos espectadores piensan que el guión o la historia no está terminada de construir – y lo entiendo- precisamente creo que es el espectador al que más le ha tocado la película de una forma inconsciente. Pero para desembarazarse de ella necesita explicársela.
- ¿Cuándo entró Antonio de la Torre en el proyecto? ¿Ya había parte del guión escrito?
Normalmente hacemos un proceso en el que escribimos y cuando sentimos que el guión está suficientemente sólido, aunque seguimos escribiendo y reescribiendo, empezamos a pensar ya en quienes son los actores y empezamos a hacer el casting. Hay un momento para mí en el que se superpone el proceso de escritura, el de casting y las localizaciones. Todo se solapa y, de hecho, las dos últimas versiones del guión y en general de todas mis películas; están influidas ya por un proceso de preparación física. Antonio era un actor en el que siempre pensábamos y, a veces, estábamos escribiendo y en alguna versión le veíamos más a él y otras veíamos más a otro, pero Antonio siempre estaba ahí. Y cuando llegamos a la séptima versión del guión y empezamos el proceso de casting, hablé con los diferentes actores (3 ó 4) que podían ser o creíamos que podían ser Carlos. Uno de ellos era Antonio. Le propuse hacer un breve guión, hablar y luego hacer un trabajo. Y el trabajo con él me convenció definitivamente de que él era Carlos. Quizás los otros caminos eran más obvios pero con Antonio de la Torre nos íbamos a encontrar un personaje totalmente nuevo y diferente y que tenía la potencia de trabajar en esta dirección.
«Le presenté a Antonio a un sastre, para que controlara la ficisidad de su personaje; controlar lo que hace más que lo que piensa».
- ¿Cómo ha sido la experiencia de dirigir a Antonio de la Torre y hacer que lograra una interpretación tan deliciosa y contenida?
Lo mejor es que su personaje de alguna manera es así. Yo creo que ninguna película puede ser nunca nada sin sus actores. Tú puedes escribir el mejor guión del mundo que como tengas un par de actores que no estén conectados ni como actores ni contigo, se cargan la película. Hacen que el guión no vuele, no brille, no signifique nada. Todos los elementos de cualquier película son fundamentales, pero en el caso de los actores son la esencia, el alma de esa película. Entonces para mí es muy importante trabajar con ellos, pero casi como si fueras un agricultor. trabajar a largo plazo. Yo les pido a los actores un compromiso total con la película. Un personaje como este necesitaba un actor que tuviera muchas ganas de hacerlo; que tuviera la valentía de arriesgarse y la de llegar a un territorio que no sabemos muy bien cual es. Porque yo no creo que los personajes existan, sino que se encuentran por el camino, entrando en un proceso que le lleva al personaje. Entonces para mí la preparación era muy importante. Le presenté a Antonio a un sastre, para que controlara la ficisidad de su personaje; controlar lo que hace más que lo que piensa. Si había que cortar leña, aprendía a cortar leña. Había que aprender a cortar carne, pues iba a estar con un carnicero. Y luego quería que fuera en Granada, que él estuviera allí, que de alguna manera se aislara de todo lo demás, que los personajes estén en el lugar, en la ficisidad y luego ensayamos poco a poco, leemos las escenas, hacemos improvisaciones, hacemos juegos que no tienen nada que ver con lo que ocurre en el guión, escenas que podrían estar en el guión pero no están… Lo que hago es generar el estado y el camino del personaje. A partir de ahí con mucha paciencia, voy ayudando a los actores a matizar, a que vayan por un camino y sobre todo empujándoles a que ellos encuentren el personaje de forma inconsciente y trabajando mucho la relación con el otro actor. Trato de huir de todo lo que es intelectualizar el personaje, definirlo, no uso nunca adjetivos». Trato de que ellos desde un proceso, encuentren su personaje. Era un guión muy dificil porque podía caer incluso en lo grotesco y en lo ridículo, su personaje. Ese punto en el que estás en la cabeza del protagonista, ves su frialdad pero al mismo tiempo entiendes su conflicto es muy complicado, pero Antonio tenia mucha confianza en el proceso, en mí y aportó mucho al personaje. Cuando un actor rompe esa primera barrera de confiar en el director y se deja llevar.Cuando explora él sólo sin prejuicios y se siente empujado por el director, no se cuestiona cómo queda lo que hace sino que juega, pues es muy fácil dirigir. Con él ya estaba rota por mis anteriores trabajos con él.
- ¿Parte de las improvisaciones o ensayos se ven reflejadas en reescrituras del guión?
Todo se ve reflejado en reescrituras de guión, anécdotas nuevas. Siempre estoy abierto incluso hasta el último momento en el rodaje. Estamos rodando una secuencia y, de repente, pienso que hay que quitarle diálogos y lo hago, lo corto. Incluso puedo cortar unas frases del guión sin que lo sepa uno de los actores. Juego con eso un poco siempre, en una línea y a veces no funciona y entonces vuelvo o no, o busco otro camino. Para mí el guión es sólo una guía, una especie de raíl y, a partir de ahí, se trata de ir escribiendo o reescribiendo durante el rodaje.
«La vida y el arte son las dos grandes fuentes de inspiración».
- ¿Qué cosas devora Manuel Martín Cuenca antes de enfrentarse a una película?
Depende un poco de cada momento, a veces me inspiran especialmente libros; películas también, por supuesto. Hay veces que veo muchas muchas películas, tres o cuatro películas al día y otras temporadas me paso una semana sin ver una película. Depende un poco de si estoy más centrado en leer, en ver cine. Pero un poco también porque trato de beber no sólo de lo que te enseñan las películas y los libros, sino de tu propia vida. Y todo lo que tienes alrededor, tus propios conflictos. La vida y el arte son las dos grandes fuentes de inspiración.
«Todos los demás son grandes cineastas pero yo creo que Renoir y Ford son los dos más grandes».
- Como la película se llama Canibal, me gustaría que elaboraras un menú siguiendo tus gustos cinematográficos. ¿qué pondrías en el primer plato o en el segundo y qué dejarías para el postre?
Pues mira, podríamos empezar con unos entremeses para ir degustando mientras estamos sentados en la mesa, con un musical, con una película de Stanley Donen, que nos atrapa y nos lleva.
Como primer plato escogeríamos una película de Billy Wilder. Por ejemplo, El apartamento que tiene un toque de comedia pero a mí siempre me ha parecido una película muy trágica.
De segundo podíamos dar unos segundos a elegir. Una película que pasa más por segundo: Cuatro meses, 3 semanas y 2 días, como una película poderosa, o un tipo de película de ese estilo, europea. O podría ser un Chabrol, por ejemplo El carnicero o podría ser un Truffaut, como el de La habitación verde; eso por un lado. Es decir, a elegir un segundo plato más europeo o a elegir un segundo, por ejemplo, Nader and Simin. Una separación de Ashfar Fahardi, o Kiarostami o Kim Ki Duk.
Para un postre yo también daría dos elecciones: O John Ford o Jean Renoir. Por ejemplo: Toni de Jean Renoir o El hombre que mató a Liberty Valance. Yo creo que Ford y Renoir son los dos cineastas que han conseguido trascender lo trágico y lo cómico y han conseguido encontrar la humanidad. Todos los demás son grandes cineastas pero yo creo que Renoir y Ford son los dos más grandes.
«Como toda buena persecución, bien orquestada y bien pensada como bien lo sabían los nazis, debe estar ejecutada por la gente común y lo que hacen es repetir el cliché que de alguna manera le han inducido a que repita».
- Después de aquellas declaraciones del Ministro Montoro en las que decía que los espectadores no acudían a las salas debido a una calidad deficitaria de nuestro cine, ¿Si a nuestro cine le falta algo qué crees que es lo que le falta?
Yo no creo que le falte nada al cine. Primero el prejuicio y el cliché inducido y que proviene de una larga historia, probablemente desde el desencuentro entre el franquismo y la iderecha y una parte de la izquierda de este país. Y una tradición de actores, de cómicos, de cineastas, que siempre se han opuesto a eso y que probablemente culminó con la guerra de Irak y a partir de ahí nos declararon una especie de persecución. Yo creo que hay declarada una persecución intelectual contra el cine, los actores, la cultura en general en este país. Y como toda buena persecución, bien orquestada y bien pensada como bien lo sabían los nazis, debe estar ejecutada por la gente común y lo que hacen es repetir el cliché que de alguna manera le han inducido a que repita. No se trata de que un gobierno mande hundir un sector sino que tratan de convencer a la gente de que tienen que hundir ese sector. Eso es muy jodido y difícil de cambiar. Yo creo que ese prejuicio vamos a tardar 20 ó 30 años en cambiarlo. Si este país no cambia ese prejuicio, este país está condenado a perder su cine. Que es lo que muchos quieren.
Hablar del cine español para decir si es bueno o malo es un asbsurdo; porque el cine español no es ningún género ni es absolutamente nada. En todo caso es cine hecho en español o en territorio español: Albert Serra, Marc Recha, Pedro Almodovar, Santiago Segura, Montxo Armendariz, David Trueba, Fernando Colomo, Jaime Rosales. Te puede gustar más o menos un cineasta o una película, pero no puedes decir que el cine español no tiene calidad. Lo grave de Montoro no es lo que él dice sino que probablemente dice lo que mucha gente piensa. Es un prejuicio que se ha establecido en esta sociedad y que provoca una persecución intelectual, donde la mayoría de la gente no sabe directamente de lo que está hablando. No tiene absolutamente ninguna conciencia de lo que está hablando y la variedad o no del cine español. La calidad o no del cine español, en términos generales, es tan buena o tan mala como la del cine americano, la del cine francés… Tiene épocas mejores donde surgen más y épocas peores.
- ¿Cómo empezaste tú y cómo sería empezar ahora?
Yo empecé con el sueño de hacer cine. Yo estudiaba filología en Granada. Quería hacer cine y me vine a Madrid. Entré en la facultad de imagen y sonido. Fue un poco decepcionante, no sólo por el plan de estudios que no tenía ninguna práctica, yo no me podía permitir una escuela privada en ese momento, sino la desidia de la mayoría de mis compañeros. Lo que hice fue de alguna forma ir juntándome con la gente que tenía inquietudes cercanas a las mías. Empecé a crear algunos cortos en Super 8, en vídeo; sobre todo a ver mucho cine y a hablar mucho de cine. Y en medio de ese proceso tuve la suerte que se rodara una película en mi pueblo El Ejido (Almería): El mejor de los tiempos de Felipe Vega, y tuve la suerte de entrar a trabajar en esa película. Como auxiliar y luego como meritorio de montaje. Para mí esa película en realidad fue la escuela. Yo me planteé las cosas como un aprendiz, un tipo que empieza desde abajo, llevando cafés, cortando las calles, o en el caso del montaje, ordenando el material, cortando el copión, enumerándolo… Yo me he planteado esta profesión como un oficio. Yo tuve la suerte de poder ir haciendo películas, de auxiliar, de segundo, de script, hasta hace como unos doce años que ya llegó el momento de atreverme a dirigir. Yo ya era un primer ayudante de dirección que tenía prestigio, me llamaban muchos directores importantes y les empecé a decir que no. En cada cosa que he ido haciendo, me he sentido cineasta y me he sentido feliz. Yo ahora veo en mis alumnos que muchos quieren ir por el camino más rápido. Muchos quieren ser directores cuando tienen 25 años y tienen todo el derecho a hacerlo, puedes tener un enorme talento y hacer una gran película a los 25. Yo no tenía este enorme talento, yo espero que mis películas sean cada vez más maduras. Lo que sí que les recuerdo a ellos es que el que corre tenga cuidado porque cuando tú haces tu primera película y no es buena, te cuesta mucho hacer la segunda. Haciendo la primera tienes el beneficio de la duda, todo el mundo podría ser un genio.
«El cine es una pasión, que la llevas dentro en las venas, y como toda pasión te surge… Y como toda pasión te hace ser feliz y te hace sufrir».
- El blog se llama Cineysefeliz, ¿el cine te hace feliz? ¿Por qué hace cine Manuel Martín Cuenca?
Yo amaba el cine cuando era pequeño pero no me planteé trabajar en el cine hasta que no tuve 18 ó 19 años y me planteé venir a Madrid. No sé por qué hago cine. El cine es una pasión, que la llevas dentro en las venas, y como toda pasión te surge; como una pasión por otra persona, por un hombre o una mujer y no sabes muy bien por qué te enamoras de ese y no te enamoras de otro. Y como toda pasión te hace ser feliz y te hace sufrir. A mí el cine me ha hecho muy feliz y hay cosas por las que intentaré siempre volver a hacer una película, pero también me ha hecho sufrir mucho en momentos, porque además estás muy expuesto. Pero lo considero como parte de la pasión. Si no existiera esa pasión con esas dos caras, no sería el cine que yo amo. A pesar del sufrimiento que te puede provocar, realizar una película o levantarla o exponer tu película a la gente que te lo provoca. Lo que te da es tan grande a nivel emocional que sigues rodando. Si no tienes esa pasión, no sigues haciendo películas y si la tienes eres feliz y sufres. Estoy enamorado del cine y como toda pasión hacia alguien o algo, a veces está lleno y, a veces, está vacío.
Gracias a Manuel por su tiempo y por su ilusión y por hacer que la calidad de nuestro cine aumente con cada creación. Para los que aún no hayáis paseado por este viaje, os dejamos el trailer de la película y os invitamos a que la disfrutéis en pantalla grande, aunque cada vez está más cerca de las páginas en streaming: