En Halloween con la hija de Lynch
En estos días de sangre, terror y lágrimas, por miedo más que por tristeza. En estos días en los que Sitges ha sido el lugar favorito de los gritos, los asesinos en series y los zombies entre otras muchas desviaciones, nos acordamos de una cineasta olvidada, por ser hija de un maestro. Jeniffer Chambers Lynch, ha decidido no prescindir de un apellido tan omnipotente y avasallador.
En sólo cuatro largometrajes, Jeniffer Lynch ha conseguido fraguarse un lugar en estos festivales de corte fantástico, gracias sobre todo a dos de ellas: Surveillance y Chained. Surveillance consiguió el premio a la mejor película en el Festival de cine de Sitges en el año 2008 contra todo pronóstico. Era la 41 edición del festival y había a competición venticuatro largometrajes de todas partes del mundo. Entre ellos se encontraban la sensación gore de la temporada Martyrs de Pascal Laugier, The Chaser de Na Hong-jin o Déjame entrar de Thomas Alfredson, un cuento de hadas de vampiros melancólicos, de niños jugando a amarse en un mundo tan hipnótico como aparentemente irreal. Déjame entrar tuvo, como no, un remake Usa.
Pero quedaba una película que sería la sensación del festival, una cinta de culto para la que no pasaría el tiempo, un filme que realmente merecía el premio a la mejor película de dicha edición. Surveillance estaba dirigida en el año 2008 por la hija del aclamado e irrepetible David Lynch, Jennifer Chambers Lynch. Parecía que pasaría sin hacer demasiado ruido por la sección oficial, lejos de tratarse de la puesta de largo de la hija de una de las mentes más prodigiosas del misterio. Pero no fue así, Surveillance fue venerada por crítica y público y obtuvo el Melies de oro a la mejor película.
Una simple investigación de un múltiple asesinato en un pueblo perdido, dos agentes federales, un lugar inhóspito y sobre todo una atmósfera malsana que lo envuelve todo. Si cinco personas tienen que contar cómo fue el encuentro con un psicópata que afortunadamente les dejó vivos; si lo deben hacer sobre algo que les sucedió exactamente al mismo tiempo a todos y cada uno de los testimonios difiere completamente, es que algo pasa.
Chained, por su parte, es la excelencia hecha película. Un impactante e inquietante thriller, en torno a un asesino de mujeres. El actor encarnado por un visceral Vincent D’nofrio encandenará y atará física y psicológicamente a un niño después de acabar en su presencia con la vida de su madre. Él será su aprendiz, su hijo, su cómplice, su prisionero. Él será posiblemente la razón de su existencia en ese aroma a maldad que se respira en cada paso. La locura se torna tierna. El delirio se convierte en compasión. Magistral trabajo actoral y de dirección en un guión que si bien no se consigue limar, sí presenta muchos interrogantes sociales muy interesantes. Cuán importante es la educación de nuestros niños, la enseñanza ética y moral, la estable y apacible vida familiar. Chained plantéa que los asesinos de hoy podrían crear los asesinos del mañana. O no. Veánla, si pueden esta noche, entre tenues luces, calabazas gigantes y algún que otro mordisco. Es una buena opción ante tanta desolación.
Cuando el cine de terror o misterio está hecho también desde las tripas, desde una visión completamente autoral, cuando la hija quiere encontrar un sello parecido al de su padre pero algo diferenciado; es porque estamos ante una gran película. Y Sitges es un gran festival que deberíamos tener muy presente. Esta y otras películas de Sitges deberían estrenarse en España.