Día del libro: De Buñuel a Lorca en cualquier lugar

IAN GIBSON: "SIN EL HUMOR NO SE ENTIENDE A BUÑUEL, ERA UN CACHONDO MENTAL"

Qué mejor que en el día conocido como Día del Libro por la conmemoración de la muerte de dos grandes literatos: Shakespeare y Cervantes; podamos acercarnos a la figura de un poeta a través de un gran cineasta.

Podríamos haber realizado un artículo más o menos extenso sobre adaptaciones pero  estábamos disfrutando de ese Festival tan increible como es el Atlántida Film Festival y nos encontramos con una pequeña película que nos hizo soñar: En ningún lugar.

Cuenta un regreso vivido en sueños, una noche en tren rumbo a España. El itinerario filmado de dicho regreso soñado recorre los lugares relacionados con los años de formación (1900-1924) del joven Buñuel, antes de que éste se vaya de España y se convierta en cineasta: el pueblo aragonés de Calanda, Zaragoza, Madrid y Toledo. El paisaje desfila y nos enfrascamos con delicia y curiosidad en los primeros años del director genial, autor con Dalí de La Edad de Oro y de Un perro andaluz.

Buñuel es posiblemente uno de nuestros mejores cineastas junto a Berlanga y quizás Juan Antonio Bardem (no olvidemos a Segundo de Chomón o a Edgar Neville). Poco sabemos de este cineasta a pesar de tener una prolífica carrera y de haberse rodeado de los mejores.

El año en el que empezaba el siglo XX un 22 de febrero nacía Luis Buñuel en la provincia de Teruel, en un pueblo llamado Calanda. Fue el hijo de un indiano enriquecido en Cuba. Estudió en Zaragoza y con 17 años viajó a Madrid a comenzar su formación en la Residencia de estudiantes. Allí haría dos compañeros inseparables, otros dos genios estrellados entre la élite de la intelectualidad española: El pintor Salvador Dalí y el poeta Federico García Lorca.

En 1925 se traslada a París y comienza a colaborar como crítico en publicaciones tanto de París como de Madrid. En dichas publicaciones da a conocer sus concepciones cinematográficas.

Comienzan los ismos en distintas disciplinas artísticas y tanto Dalí como Buñuel se adscriben al surrealismo y comienzan a escribir un guión que se convertiría en una pieza clave para el movimiento y para sus carreras: Un perro andaluz. Con esta película Buñuel consigue que un aristócrata, de esa burguesía que más tarde ridiculizaría en sus películas, le pague otra obra, considerada obra cumbre también del cine vanguardista: La edad de oro. Comienza aquí otro de los temas claves de la filmografía de Buñuel: El anticlericalismo.

De París marcha a Estados Unidos y trabaja en varias disciplinas cinematográficas hasta que se establece en México, su segunda patria. Allí alterna sus películas alimenticias con las personales, pero sin duda se hace imprescindible por su osadía, irreverencia y denuncia. Entre sus títulos imprescindibles se encuentran:  Los olvidados (1950), Ensayo de un crimen, Viridiana (1961),  El ángel exterminador (1962),  Simón del desierto (1965, León de Plata en Venecia),Belle de Jour (Bella de día, 1966), (1969), El discreto encanto de la burguesía (1972, Oscar a la mejor película extranjera) y Ese oscuro objeto del deseo (1977). Luis Buñuel murió el 30 de julio de 1983 en México.

Y en toda esta vida dos personas marcan sin duda su existencia, volvemos a esa Residencia de Estudiantes, a Dalí y a Lorca. Y un acontecimiento precipita sus sentires: La guerra Civil Española y la posterior dictadura.

En  uno de los mejores libros diario de un cineasta que se recuerden Mi último suspiro, daba vívida cuenta del dolor que le causó la pérdida de Lorca, resumido en la película En ningún lugar de la siguiente manera:

«En el mes de julio de 1936, Franco desembarcaba al Frente de las tropas marroquíes con la intención de acabar con la República y restablecer el orden en España.

Cuatro días antes del desembarco de Franco, Lorca, que no podía entusiasmarse por la política, decidió bruscamente irse a Granada, su ciudad natal. Intenté disuadirlo de ello, le dije: Federico, se preparan horrores. Quédate aquí, estarás más seguro  en Madrid. Otros amigos le presionaron, pero en vano.

Se fue muy nervioso y muy asustado. El anuncio de su muerte fue un choque terrible para todos nosotros.

De todos los seres vivos que he conocido, Federico era el primero. Ya no hablo ni de su teatro ni de su poesía; hablo de él, la obra de arte era él. Poseía la pasión, la alegría, la juventud, era como una llama.

Sus restos no han sido nunca encontrados. Han circulado leyendas sobre su muerte, y Dalí de forma bastante asquerosa, habló incluso de un crimen homosexual, lo cual es absurdo.

En realidad, Federico murió porque era poeta. En aquella época, al otro lado, se oía gritar: Muerte a la inteligencia.

Me puedo imaginar, lo que sintió aquella noche, en el camión que le llevaba hacia el olivar, donde iban a abatirle.

Pienso a menudo en ese momento»

Desgarra pensar en este texto, la locura descrita por un visionario, la barbarie y la muerte ante una de las personas cuyo arte más podemos venerar. Dos genios encontrados en un pequeño fragmento fílmico porque sus vidas fueron tan intensas como sus obras.

Nuestras recomendaciones del día del libro, desde el lado cinematográfico, pasen por Así se hacen las películas de Sidney Lumet; Mi último suspiro de Luis Buñuel o las conversaciones entre esos dos maestros que son Hitchcock y Truffaut.

En adaptaciones al cine os recomendamos tanto El padrino como Las horas. El primero escrito por Mario Puzo y dirigido por Francis Ford Coppola y el segundo escrito por Michael Cunningham y dirigido por Stephen Daldry.

Regalen libros, no hace falta comprarlos, regalen alguno de los que tengan, si tienen algo que ver con el cine serán muy bienvenidos para todos los que nos consideramos cinéfilos, pero háganlo porque recibir un libro de alguien a quien quieres, más cuando te lo regalan pensando que te puede gustar; es uno de los mayores placeres mundanos que conozco.

Perderse entre sus palabras y recordar quién te lo ha regalado y por qué sólo tiene el mismo efecto placentero que una grandísima película. ¡Lean y vean!

 

 

2 comentarios

  • Buñuel NO ES POSIBLEMENTE UNO DE LOS MEJORES DIRECTORES NACIDOS EN ESPAÑA SINO UNO DE LOS DIEZ MAYORES CINEASTAS DE LA HISTORIA, algo que tan solo se discute en la cainita España. Por tanto está a años-luz de distancia en cuanto a calidad artística se refiere de cualquier otro, llámense Berlanga, Bardem, Neville o ……Almodóvar. Equiparar a Buñuel con cualquiera de los citados u otros es, con perdón, motivo de excomunión….cinematográfica. No solo eso, don Luis Buñuel de Calanda y Aragón es una de las personalidades culturales insoslayables del pasado siglo XX. Su categoría es perfectamente equiparable a la de sus amigos Lorca o Dalí.

    DOSSIER LUIS BUÑUEL (I)

    “A Buñuel le llaman de todo: traidor, anarquista, pervertido, blasfemo, iconoclasta….pero no le llaman loco, quizá porque el caos y la putrefacción que durante algo menos de una hora nos presenta en “La edad de oro” no es sino la locura de la civilización, el retrato implacable de los logros del ser humano tras diez mil años de refinamiento”

    Henry Miller (Paris, 1932)

    La famosa paradoja pronunciada en cierta ocasión de Luis Buñuel: soy ateo gracias a Dios”, refleja a la perfección su compleja y contradictoria personalidad. Solo un creyente puede generar una falta de fe, un escepticismo, un exabrupto como los suyos, al igual que nadie que no haya nacido y se haya criado en el seno de una burguesía puede atacar de una manera tan fiera y escabrosa los valores de la misma, como hizo Buñuel a lo largo de más de medio siglo.

    Buñuel nació en 1900 en Calanda, un pueblo del Bajo Aragón, y los tambores con los que en dicho lugar se celebra la Semana Santa son uno de los motivos que más frecuentemente reaparecen en sus películas. Su familia era rica y Buñuel parece haber tenido una niñez feliz. Se educó en Zaragoza, con los jesuitas, lo que fomento su incipiente anticlericalismo, aunque siempre como un alumno inteligente y bien educado. Su familia y los criados vivían en una casa seudomodernista sita en el Paseo de la Independencia, justamente donde hoy se ubican las oficinas del diario “Heraldo de Aragón”. Luego pasó a la Universidad de Madrid, donde cursó estudios de Filosofía y Letras, alojándose en la famosa Residencia de Estudiantes, donde conoció al poeta Federico García Lorca y, más tarde, al pintor y escritor Salvador Dalí. Participando con entusiasmo en todos los movimientos de vanguardia del momento.

    En 1925 Buñuel marchó a Paris, Apuesto y atlético (había practicado incluso el boxeo con el alias de “El León de Calanda”) se abrió rápidamente paso en los círculos artísticos y comenzó a trabajar como ayudante de dirección de Jean Epstein. No obstante sus relaciones terminaron debido a que insultó sin contemplaciones a Abel Gance cuando éste le ofreció un trabajo en su espectacular “Napoleón” (1927). Durante este periodo , Buñuel se dedicó tambien a enviar inteligentes y aceradas críticas de cine a la prensa española, lo que le ayudó a sobrevivir durante algún tiempo.

    Buñuel y el surrealismo

    Sin embargo Buñuel encontró su verdadero hogar espiritual en el grupo de los surrealistas franceses, en el que tanto él como Dalí (tambien en Paris desde 1925) se convirtieron en figuras clave. Juntos realizaron la primera película genuinamente surrealista (como dictaminó Louis Aragon, uno de los pontífices del movimiento) con un dinero que adelantó la madre de Buñuel. “Un perro andaluz” (Un chien andalou, 1928) fue el primer y genial intento de crear imágenes nacidas directamente del subconsciente, ateniéndose únicamente a las normas del surrealismo. Según Buñuel, él y Dalí se contaban sus sueños todas las mañanas y, cuando alguno les gustaba a ambos, lo incluían en el guión. En este breve y fundamental film está ya contenido todo Buñuel, él que se irá desarrollando a lo largo de los años.

    FEDERICO GARCIA LORCA: En Nueva York en donde escribiría su mejor poemario bajo la influencia de Walt Whitman: “Poeta en Nueva York”: “Buñuel y Dalí han hecho una mierdesita asi de pequeñita y la han titulado “un perro andaluz”. El perro soy yo”.

    El insolente y horripilante plano inicial de la película, en la que una navaja de afeitar corta un ojo por la mitad, basta para asegurar a “Un perro andaluz” un gran “succeés de scandale”, asi como para atraer la admiración y los denuestos a partes iguales (ver mi ensayo “El ojo y la navaja” de Buñuel). Gracias a ésta película , Buñuel y Dalí obtuvieron una suma de dinero del vizconde de Noailles, un distinguido mecenas, para rodar su siguiente proyecto, “La edad de oro” (L’âge d’or”, 1930). Finalmente, la película sería realizada solo por Buñuel y marcó el final de su amistad con Salvador Dalí (aunque el verdadero motivo fuese la aversión que Buñuel profesó, desde que la conoció, a SuperGala).

    “La edad de oro” no se parece a ninguna otra película ni anterior ni posterior a ella. Con sus extraordinarias imágenes, que revelan los aspectos horribles y disparatados de la vida cotidiana, su anticlericalismo, antiautoritarismo, su oposición a los valores burgueses, sus aspectos sádicos y blasfemos (al final Buñuel evoca la orgía sadiana – la que tambien usó Pasolini en “Saló” – de “Los 120 días de Sodoma y Gomorra”, y hace salir a los mayores crápulas del festejo. El último en comparecer en la pantalla – mientras suenan ininterrumpidamente los tambores de Calanda – es….Jesucristo en imagen salsupiciana de sagrado corazón), su exaltación del “amour fou” y sobre todo, con su enorme carga de ironía y sentido del humor, constituye algo así como la exposición del anti-credo buñueliano, y una fuente de inspiración y referencia para buena parte de sus películas posteriores. Tan seminal como “Un chien andalou”, “La edad de oro” es quizá el el título del grandioso cine mudo clásico más impermeable al paso del tiempo. Su estreno en Paris provocó manifestaciones de la extrema derecha, que tiró bombas contra la puerta del cine, e intervenciones de la policía, mandada por Chiappe, que reflejaban la creciente derechización de la sociedad francesa de la década anterior a la Segunda Guerra Mundial y a la que Buñuel haría, posteriormente, una sarcástica referencia al final de “Journal d’une femme de chambre” (1964).

    Años difíciles

    A su vuelta a España, Buñuel rodó un documental extraordinario. “Tierra sin pan” (“Las Hurdes” o “La terre sens pain”, 1932), que aplicaba una visión airada y esencialmente surrealista a las duras condiciones de vida de las Hurdes extremeñas, una de las zonas más pobres, depauperadas y oprimidas de España. La película sería prohibida por la censura de la II República. Despues, y considerado ya como de las grandes figuras del cine mundial, Buñuel desapareció prácticamente de él durante veinte años, dedicándose a supervisar las producciones de la Nueva Empresa Filmófono, creada en Madrid por Ricardo Urgoiti (entre ellas “Don Quintin el amargao” 1935, “La hija de Juan Simón” 1935 y “Quién me quiere a mi” (1936). Y luego a colaborar en algunos documentales sobre la Guerra Civil Española. En 1939, convertido en un exiliado (no está de más añadir que Buñuel jamás militó en el P.C.E., ni en el P.S.O.E., ni sintió la menor simpatía por el anarquismo, el nacionalismo o el terrorismo), aceptó el puesto que le ofrecía el Museo de Arte Moderno de Nueva York, pero lo perdió poco después merced a una denuncia de Dalí (que informó a los estadoudinenses de que Buñuel era comunista) y la intervención definitiva del siniestro Cardenal Spellman y del Departamento de Estado, que amenazaron con represalias si ese “ANTICRISTO” no era despedido de inmediato. Era la época del “new deal” pero la censura a Buñuel lo que profetizaba era la Caza de Brujas.

    Buñuel no volvió a rodar hasta 1947, año en que inició en México una larga serie de películas de bajo presupuesto, rodadas en muy poco tiempo y que culminaron en el mazazo de “Los olvidados” (1950, Patrimonio Mundial de la Cultura según la Unesco), un drama sin concesiones sobre los delincuentes juveniles de México D.F. y en el que Buñuel mezclaba los aspectos documentales con visiones y alucinaciones típicamente surrealistas. La obra deslumbró a intelectuales como Octavio Paz, Carlos Fuentes, Max Aub, Jean-Paul Sartre o Henry Miller. Obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de 1951 y resta como una de las obras maestras inmortales de uno de los genios, solo discutido en España y Aragón, que más allá del cine conforman la Gran Cultura del Siglo XX. Además, y junto a sus otras tres piezas maestras del surrealismo que iniciaron su filmografía, le consagran como al único surrealista que ha resistido, sin fisuras, el paso del tiempo. En 2013 pocos se acuerdan o leen la “Nadja” de André Breton o la poesía de Louis Aragon. En cuanto a Salvador Dalí, excepto en su primera época y cuando era amigo de Lorca y Dalí (a los que dedicó dos maravillosos cuadros significativamente titulados “La miel es más dulce que la sangre” y “La sangre es más dulce que miel”), siempre me ha parecido un pintor melifluo y de colores dulzones y, en muchos aspectos, un invento comercial de Gala. “Los olvidados” inicia tambien la etapa más fructífera y mejor de la filmografía buñueliana: la mexicana.

    DOSSIER LUIS BUÑUEL II

    En 1938, el grupo surrealista presidido por André Breton y con la ausencia de Luis Buñuel y de Salvador Dalí (expulsado por Breton por manifestar que el acto surrealista supremo era el descarrilamiento de un tren con cientos de obreros muertos), visitaron a su padre espiritual e intelectual: Sigmund Freud. El insigne escritor, científico y padre del psicoanálisis, ya casi en fase terminal de su terrible cáncer de mandíbula les recibió desabridamente en la puerta de su casa de Londres. Breton ordenó a todos postrarse de rodillas ante el SABIO y dijo: MAESTRO, NOSOTROS LE VENERAMOS, A lo que Freud desganadamente respondió: YO A USTEDES NO PORQUE A MI ME GUSTAN LAS MUJERES. Tómese como se quiera.
    (1) Una carta sobre homosexualidad.- Freud había escrito por su parte y previamente, cartas a los surrealistas en general y a André Bretón en particular. Buñuel nunca ocultó la influencia de las teorías freudianas en sus obras cinematográficas y lo dijo y escribió en varias ocasiones.. Era consciente de que sin Freud, él no habría rodado ni siquiera “Un perro andaluz”.

    Buñuel, en México, es un impecable artesano – que a partir de “Los olvidados” recupera su condición de gran artista – al que le gusta trabajar rápidamente y con eficiencia, y no desdeña los proyectos comerciales siempre que pueda introducir en ellos sus preocupaciones y obsesiones personales. Logra hacer algunas películas de gran éxito popular, sin por ello renegar de su visión esencialmente austera del mundo ni realizar concesiones. De “Susana” (1951) Buñuel escribe en “Mon dernier soupir” que no tiene nada que decir. Autocrítica muy severa. “Susana” es una disolvente y divertida sátira en la que el maestro se carga impasible a Dios, el Diablo y la Familia Católica. Veamos. Susana (Rosita Quintana) es el mal mismo, Belcebú en forma de mujer (como en “Simón del desierto”, 1965) que está enjaulada entre rejas. Pero un rayo del cielo enviado por Dios (o Zeus, que más da) fulmina los barrotes y Susana, demonio y carne, se asoma al exterior. Al Paraíso Terrenal. ¿Qué encuentra?. Una familiar ejemplar, burguesa, rica y católica que acoge a la desdichada para menesteres serviciales. Sucede que Susana está de muy buen ver y destila erotismo por todos los poros de su piel. Hecho que provocará la destrucción de la ejemplar familia ya que el padre y el hijo y….tendrán algo que ver con ella. Susana no es el Angel de la Guarda pasoliniano de “Teorema”. Por tanto no se volverá a los cielos sino que será violentamente expulsada del seno familar, del rancho y hasta de la comarca en donde se ubica la película. La socarronería buñueliana alcanza aquí uno de sus puntos máximos. Buñuel no tiene nada que decir sobre “Susana”. Otros sí. Que es una de las obras maestras más ignoradas de la filmografía del turolense.

    Hecho que se repite en la fundamental “Subida al cielo” (1952), en la que un buen chico que se va a casar con una buena chica tiene que hacer un lejano viaje en antediluviano autobús para buscar unos medicamentos para su mamacita política. Sucede esta vez que al autobús primitivo sube tambien la puta del pueblo – San Jeronimito – y……cuando en el bus ya solo quedan el muchacho, la pelandusca y el conductor surge el sueño del joven mientras se lo pasa bomba con la depravada. Eso en un instante en que el rancio vehículo se para porque no da más de si en la cima de un puerto de montaña llamado…….Subida al cielo. Sublime chiste solo al alcance de Luis Buñuel. Será que los aragoneses somos así (no es cierto).

    Menos interés tienen “La hija del engaño” (1951), “El bruto” (1953, aunque en esta abundan las bromas memorables), “Una mujer sin amor” (1952, un buen melodrama que Buñuel consideraba su peor película, a saber porqué), “La ilusión viaje en tranvía” (1954, un agradable divertimento en tono menor), o “El río y la muerte” (1955, tremebunda sátira del machismo mexicano que Buñuel detestaba tanto como los sombreros charros). Y, ahora, me doy cuenta de que me he dejado en el camino la estupenda “El gran calavera” (1949) que siempre que la veo me parece tan inteligente como cachonda y cuenta con el suplemento de una interpretación formidable del gran actor Fernando Soler.

    Durante este periodo mexicano surgen obras maestras que superaran a todas las francesas con mayor presupuesto y colores que vendrán después, en plena canonización de Buñuel. “El” (1953) un apasionante estudio, protagonizado por el gran Arturo de Córdova, sobre los celos patológicos y el fetichismo. Esta película, desde los tiempos de Lacan, se estudia para adquirir el título de Doctor en Psiquiatría. En julio de 2012 vino a Zaragoza un hijo de un gran amigo mío de Santander (ya fallecido, que pena) y, mientras buscaba un piso, se alojó en mi casa. Estaba, y está, haciendo los cuatro años de residencia en el hospital Miguel Servet. A los dos meses, más o menos, me pidió el DVD de “El” ya que habían organizado un seminario los más jóvenes y precisaban la proyección del film de Buñuel. Su inteligente versión de “Robinson Crusoe”, rodada por primera vez en su obra en color, no poco iconoclasta y con una excepcional secuencia surrealista. Si alguien conserva el primitivo prospecto de este film (fue el primero de Buñuel que se estrenó comercialmente en España), observará que Buñuel figura en el mismo ¡¡como actor!! Y no como director.

    La gran comedia negra “Ensayo de un crimen o La vida criminal de Archibaldo de la Cruz”(1955) hace hincapié todavía más en el fetichismo en la secuencia inicial en la que una bala mata a la institutriz del nene Archibaldo, y al caer desplomada se mezcla la sangre….con una piernas con medias de costura altamente libidinosas. Archibaldo no lo olvidará nunca, pero sus asesinatos resultarán fallidos o las muertes las provocará el azar y no él. Como la escena de la monja con sus grandes tocas cayendo al vació por la puerta de un ascensor y…..mostrando lo que una sierva de Dios (ojo, solo las piernas) no debería hacer nunca. Es otro de los grandes logros de Buñuel, que en México culminan con “Nazarín” (1958), adaptación de una no muy buena novela de Galdós (uno de los escritores favoritos de Buñuel) y una brutalmente irónica (el Cristo riendo a carcajadas) y conmovedora parábola sobre la imposibilidad de llevar una vida verdaderamente cristiana en un mundo imperfecto dominado por el egoísmo y la corrupción. En realidad, la Pasión de Cristo según Buñuel. Un Cristo altanero en su falsa humildad, que en el desenlace aceptará una caridad mientras resuenan por segunda vez en su obra los tambores de Calanda.

    Luis Betrán

    DOSSIER LUIS BUÑUEL III

    “Abismos de pasión” resultó una aventura condenada de antemano al fracaso. Buñuel, y los surrealistas en general, amaban la obra maestra de Emily Bronte “Cumbres borrascosas” en tanto que cima literaria insuperada del “amour fou”. Buñuel la filmó en México en 1952, con dos intérpretes imposibles para Heatcliff y Kate: Jorge Mistral e Isarema Dilian. El resultado fue mediocre aunque, eso sí, rematado por un portentoso final en el que Heatcliff desciende a la cripta en la que reposan los restos de la fallecida Kate, abre el catafalco y…..todo ello subrayado por el maravilloso preludio de “Tristán e Isolda” de Wagner. Una de las grandes secuencias de la filmografía buñueliana.

    Este insuperado ciclo buñueliano culmina en la portentosa “El ángel exterminador” (1962), la mejor película de la Historia del Cine según Ingmar Bergman, y, desde luego, mi Buñuel favorito y el que más actual está en la triste y desvencijada España en la que ahora moramos. Los burgueses quedan inexplicablemente atrapados en la mansión en la que se han reunido para cenar. El largo cautiverio les hará sacar a la luz todas sus miserias y procacidades, y cuando al final salgan rezarán un Te Deum en la catedral de la que tampoco podrán volver a salir mientras suenan ráfagas de ametralladoras. Piénsese en nuestro panorama cotidiano. De mediados de 2013. Y lo que aguarda. Lástima que “Simón del desierto” (1965), magistral ensayo minimalista de “La voie lactée” (1969) quedase inacabada. Con sus 43 minutos, el primitivo asceta (creación sublime de Claudio Brook) que se pasó prácticamente toda la vida subido en una columna y provocando la confusión y el mal cuando lo único que intenta es hacer el bien. En esta película intervenía nuevamente la protagonista de, “El ángel exterminador” y “Viridiana”; Silvia Pinal que, otra vez, en el papel del demonio adopta los disfraces más engañosos y seductores para tentar al incorruptible Simón……..lográndolo en un final algo forzado en una discoteca de Nueva York..

    Termino esta segunda entrega no sin hacer mención a “Viridiana” (1961) en la que Buñuel, al que se invitó a “volver” a España como un verdadero hijo pródigo, desarrolla el tema de “Nazarín” con mucha mayor ferocidad y profundidad y, yo no tengo dudas, es otra de las cumbres absolutas de su obra. No me explayaré sobre el escándalo tan famoso y tan solo añadiré que Buñuel, como buen surrealista, cree que se debe morder la mano que le da a uno de comer. Tambien en estos años. Buñuel ejecuta su película americana: “The young one” (1960) por la que su autor siempre ha manifestado gran simpatía. No la comparto. “La joven” es un film totalmente serio, un alegato antirracista. Una buena película pero, acaso, la menos personal de don Luis.

    Sin cambiar ni hacer jamás concesiones – salvo en “La fiévre monte a El Pao” (1960). ¿Por qué Buñuel aceptó un guión tan malo y trabajar con La Doña?, me parece evidente que el aragonés y “la devoradora” María Felix (bellísima mujer) no estaban hechos el uno para la otra o recíprocamente –, Don Luis de Calanda demostró una infinita capacidad de renovación. Desde 1960 vino diciendo que su nueva película sería la última de su carrera, cuando de hecho no era sino la continuación triunfante de la misma. En 1956 volvió a aterrizar en Francia para filmar dos películas irregulares: “Cela s’appelle l’aurore” y “La mort.dans ce jardin”. No estimo demasiado la primera en la que, otra vez como en “The young one”, echo en falta el sentido del humor y se insiste en un tono – nada demagógico – denunciador tan seco como el de un Francesco Rosi en sus peores películas. Si acaso destacar el singular ajuste de cuentas con Salvador Dalí, consistente en que en el despacho del comisario de policía se ve con toda claridad el cuadro de Dalí “El Cristo de San Juan de la Cruz” (Museo de Bellas Artes de Glasgow) que a Buñuel le repugnaba. Curiosamente, el maestro confiesa tener muy buena opinión de esta película.

    Otro asunto es “La mort dans ce jardin”, pese a los problemas que se acumularon en el rodaje, debidos a que el guión no se terminaba de escribir y a la actitud hostil de Simone Signoret. Buñuel recuerda que en este film conoció a Michel Piccoli que luego se convertiría en amigo personal del cineasta e intérprete favorito del maestro. Piccoli y Claudio Brook insuflan en sus trabajos y en sus personajes un humor, típicamente anticlerical, que acaba por convertir esta película, acaso menor, en un manjar más mexicano que francés, con abundante chile picante. En 1964 Buñuel adapta la novela de Octave Mirbeau “Le Journal d’une femme de chambre”, que ya había sido llevada al cine nada menos que por Jean Renoir en 1946. No haré sangre en el hecho, para mi evidente, de que Buñuel deja en evidencia al autor de “La régle du jeu”. Renoir en Hollywood no filmó más que una gran película: “The southerner” (1945). Su “Diario…..” es de un romanticismo y un lirismo pelín cursi, que chocan frontalmente con la feroz denuncia buñueliana de la hipocresía “moral” de la alta burguesía y sus buenas maneras. Película repleta de fetichismos varios, significa asimismo el inicio de una larga y fructífera colaboración con el productor Serge Silberman y el guionista Jean-Claude Carriérte, quienes seguirán ofreciendo al genio las condiciones idóneas para hacer una película cada vez que se sintiese con fuerzas para ello. La obra maestra que es “Le Journal” se cimenta del todo con el divertido personaje de Piccoli y la actuación de la gran Jeanne Moreau que, al revés que la Signoret, se integró con toda naturalidad en el universo buñuelesco, Tal y como había hecho esta maravillosa actriz en los tan opuestos de Antonioni y, más tarde, de Orson Welles.

    Luis Betrán

    DOSSIER LUIS BUÑUEL IV

    Indiscretos encantos

    La única película de Buñuel en este periodo no producida por Silberman (aunque Carrière siguió siendo su coguionista) fue “Belle de jour”, el mayor éxito comercial de don Luis (el único, según cuenta en “Mon dernier soupir” y añadiendo que se debió a que salían muchas putas en la película). Corría el año de 1967 y la película obtuvo el León de Oro del Festival de Venecia tras un duro enfrentamiento en el jurado entre Octavio Paz, Carlos Fuentes y la tropa cahierista dispuesta a primar, como no, al insufrible Godard de “La chinoise”, esa ridícula película maoísta en la que el “grand auteur”, sin haber pisado la China de la Revolución Cultural, pone a Jean-Pierre Léaud y cia. a leer capítulos de “El Libro Rojo de Mao”, mientras Anna Karina juega con avioncitos de juguete que arrojan – ¡pum, pum! – petarditos en un Vietnam imaginario. “Belle de jour” es una brillante y aguda visión de las fantasías de una bella mujer burguesa, aparte de ser sobre todo una advertencia contra la autocomplacencia. Película que precisa de más de un visionado. Tras un primer contacto se es consciente de los aspectos ocultos que pueden esconder una escalera, una calle, una mujer refinada pero no un ganster murciano (Francisco Rabal) y su “mon petit” (Pierre Clementi), una misteriosa cajita, o un final que no es tal. Buñuel permite a los espectadores darse cuenta de que la fotografía no puede captar el mundo, pues éste carece de significado. Una película sí que puede mostrar un mundo interior ya para ello no hay la menor necesidad de ángulos de cámara extraños y otros recursos expresivos que tan pródigamente usa la llamada “posmodernidad”.

    En todas las grandes películas de Buñuel no hay distinción entre la sexualidad, el humor y el terror, al tiempo que reflejan la crueldad y la soledad de los seres humanos. Buñuel niega la tragedia y la salvación y se entrega, por el contrario, a mostrar la exquisita discrepancia entre los hechos reales y los imaginarios. Su forma de rodar resulta insultantemente fácil y sencilla. Su sentido de la imagen es tal que parece burlarse de todos los trucos de la “puesta en escena” y de todos aquellos recursos expresivos a los que con tanta frecuencia recurren la mayoría de los directores. La misma actitud se encuentra en su forma de dirigir a los actores y actrices, todos/as utlizados/as más como arquetipos que como personas. Y, sin embargo, prevalece en su cine un humanismo, e incluso una ternura, que le impiden mostrarse como un director paternalista o que explota a sus actores.

    “Belle de jour” convirtió a Buñuel, con 67 años cumplidos, en uno de los cineastas más populares de Europa. Parece una de las muchas paradojas que caracterizaron la personalidad y la vida de Luis Buñuel, pero sus siguientes películas continuaron manteniendo su reputación. Con “La voie lactéee” (1969) consigue superar la cima de “Belle de jour”, llevando a cabo una cinta dificilísima de lograr con éxito artístico. Aquí Buñuel hace prácticamente lo que le la gana consiguiendo una, a priori, imposible, cohesión de un recorrido por las herejías más conocidas del cristianismo. Un Jesús de Nazaret sansulpiciano como el de “L’àge d’or”, pero completamente humano en sus tropezones, convive con el Diablo. Prisciliano y el marques de Sade sin roce alguno. Probablemente el humor buñueliano alcance aquí su más extraordinario alcance. Por ejemplo, cuando escuchamos desde la radio de un coche accidentado y ardiendo la voz del propio Buñuel recitando, en español, fragmentos de la Guía de Pecadores de Fray Luis de Granada o el duelo a florete en un restaurante entre un jansenista y un católico. Recuento formidable de porqué Buñuel se declaraba “ateo por la gracia de Dios”, “La vía láctea” es otra obra maestra que se puede ver cuantas veces se desee, en la seguridad de que siempre hallaremos algo nuevo que se nos había escapado. La amo.

    En 1970 Buñuel regresa a España y rueda en su amado Toledo “Tristana” que posee el don de transformar una mala novela del gran canario don Benito en otra fantástica película que, en mi opinión ,insisto en ello, es casi tan buena como “Viridiana” aunque menos agresiva. Fernando Rey – extraordinario – recrea a Don Lope trasunto según Berlanga del propio Buñuel aunque yo nunca haya compartido esa aseveración berlanguiana. “Donde va la gracia de Dios”, “A buscar novio”, “Pues ya lo has encontrado”, “Tan viejo”. Con este diálogo entre don Lope y una jovencita comienza “Tristana”. Y con la “entenada” Catherine Deneuve y su pierna ortopédica, abriendo de par en par las ventanas de la habitación de un agonizante don Lope, culmina. La cabeza cortada de Fernando Rey colgada del badajo de una campana es el sueño recurrente de Tristanita (como se la llama en la novela), una mujer frustrada y vengativa. Quizás podría argüirse que esta enésima demostración del genio buñueliano, cojea levemente en el personaje, más decorativo que otra cosa, de Franco Nero.

    “La charme discret de la bourgeoisie” (1972) le valió un Oscar a don Luis que, naturalmente no fue a recoger. Y no fue motivo de la famosa comida en la casa de George Cukor en la que Buñuel fue agasajado por Ford, Hitchcock, Wilder, Wyler, Stevens etc, ya que dicho almuerzo se celebró DESPUES DE LA CONCESIÓN DEL OSCAR. Es una suerte de remake en tono menor de “El ángel exterminador”. En el film francés los personajes no pueden nunca comer. En el mexicano salir de una habitación. Repleta de chistes, destaca en ella – otra vez – la estupenda composición del embajador de la República de Miranda a cargo de Fernando Rey. Tanto “Le dicret….” Como “Le fantôme de la liberté” (1974) con ese desternillante, y tremendo arranque, en que los personajes del cuadro de Goya “Los fusilamientos de la Moncloa” (entre los que se ubica el propio Buñuel y el poeta Bergamín), gritan antes de ser ejecutados: ¡¡Vivan las caenas!!…, son películas bellas y fieles al credo surrealista, que, sin perder nada de la intensidad y ferocidad de las anteriores, ganan en acabado formal y cierta “joie de vivre”, aunque no creo deban figurar entre sus obras maestras. Serge Silberman, que tanto quería a Buñuel, le proporcionó una cámara con vídeo incorporado para disminuir las dificultades y tensiones del rodaje de su vigoroso y juvenil “Cet obscur object du désir”, su última película..

    En ella Buñuel retomaba una historia que Buñuel había querido filmar veinte años atrás (y que fue a parar a manos de Juilien Duvivier), la adaptación de la decadente novela de Pierre Louys “La femme et le Pantin”, que ya había inspirado a Josef Von Sternberg el barroco y magistral delirio de “The devil is a woman”• (1935), con Marlene Dietrich haciendo de Concha Pérez. Buñuel no supera a Sternberg pero le empata. Al ser despedida del rodaje la efímera Maria Schneider (que debió su fugaz fama al “Ultimo tango en Paris” de Bertolucci), Buñuel se permitió un capricho del todo injustificable. Concha Pérez fue interpretada por dos actrices distintas: la española Angela Molina (adecuada) y la francesa Carole Bouquet (todo lo contrario). Prescindiendo de este dislate, Buñuel volvió a introducir sus filias y fobias de siempre, aparte de otras nuevas, como el fenómeno del terrorismo, tratadas en clave burlona y distanciada. Lástima de los proyectos de “Agón” (excelente y lúcido guión) y “Lá bas” (según la apasionante novela de J.K. Huysmans).

    Luis Buñuel figura por derecho propio entre los grandes genios del cine y de la cultura del pasado siglo y de todos los tiempos. Su integridad y austeridad intelectual, su intransigencia moral, su ira sin desmayo, su sardónico sentido del humor y el humanismo subterráneo que impregnan sus películas, las convierten en capítulos esenciales de la Historia del Cine. En su uso del medio cinematográfico, Buñuel mostró siempre la sencillez, la seguridad de los grandes artesanos. La compleja visión del mundo de Buñuel se expresa mediante imágenes límpidas, claras y perfectamente legibles, y es precisamente esa aparente simplicidad y transparencia la que otorgó fuerza y atractivo, no solo a su obra, sino tambien a su propia vida, tristemente huída como ese “último suspiro” con el que él mismo definió su propio retrato literario. Luis Buñuel murió el 30 de julio de 1983 en su casa de México D.F.

    Luis Betrán

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    • Jorge

      Querido Luis, me quedé sólo en la web y he tenido unos meses de tránsito en los que me estoy adaptando a estas nuevas tecnologías y comprobando como se contestan comentarios y esas cosas que desconocía. Disculpa la demora. Con el mayor de los respetos quiero decirte que nadie te discute cualquier apreciación sobre Buñuel, cualquiera y que estoy muy de acuerdo en casi todas. Pero recuerda, querido amigo, que cualquier cosa dicha sobre cualquier persona u obra no deja de ser una opinión y cualquier opinión no debe ser nunca un dogma de fé. Buñuel es y será siempre un grandísimo cineasta en mi opinión y en la de mucha gente que así lo reivindicará. Y ante cualquiera que no apoye esta tesis, sólo me bastarán los argumentos, y si los hubiera, nada puedo decir, ante opiniones adversos. Salvo eso, querido amigo, que vuelven a ser, exclusivamente opiniones.

      Utilizamos esta web, ahora utilizo, para poder hablar de sentimientos, no importan las películas ni sus creadores, aunque sin ellos no existiría Cineysefeliz, ni siquiera me atrevo a decir, mi propia felicidad.
      Lo que importa es lo que estas produzcan. Tiendo a escribir desde las entrañas sobre lo que unos y otros me hacen sentir, para conseguir casi utópicamente que alguien leyendo estos textos, sienta esa incipiente curiosidad que le haga comprobar si lo que digo es verdad. Quiero que mis lágrimas y mis alegrías en cada recóndita cinta, sea compartida por cualquiera de mis lectores. Quiero que las sensaciones (no las ideas ni las opiniones) se repitan en los demás o al menos se compruebe si se puede repetir. Nunca estaremos tan lejos, Luis, ni tan cerca, como con el cine, sea con Buñuel o con cualquier creador. Un abrazo!

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