Argencine anima sueños
Tres cintas desde que esta muestra dio su pistoletazo de salida el jueves. Y un horizonte con muchísimas más posibilidades, las que se nos avecinan. Cada día este pequeño cine, la mayoría de las veces muy dialogado llena la sala 2 del cine Palafox y como dice Natalia Mateo, actriz madrileña de una de sus películas, nos llena de orgullo pero también de melancolía. Nuestro cine se muere y, sin embargo, en otros países saben dar con una fórmula para conseguir que sus espectadores acudan en masa a las salas cinematográficas.
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El primer día después de la resaca de la inauguración, se presentó una cinta titulada Anima Buenos Aires que como su propio nombre indica, al compás de diferentes técnicas de animación se pasea por las músicas y los tangos porteños. Es irregular esta cinta argentina aunque tiene dos historias que realmente inquietan y encandilan. En sus cuatro cortometrajes de diferentes técnicas de animación e historias relata la vida de Buenos Aires, una argentina que baila animada.
- Meado por los perros recuerda en cierta manera a Lluvia de albóndigas, pero lo hace desde una nostalgia típicamente argentina. Una crítica a la sociedad de consumo que vivimos. Una crítica a las grandes corporaciones y marcas que acaban con los pequeños empresarios. Un carnicero local se enfrenta a la llegada de unos grandes almacenes, aunque no vengan directos de la mano del hombre, sino que surjan desde una nave espacial, quizás porque esto que hacemos con el mundo; estas absurdas jerarquías, parezcan que sólo las pueden provocar los extraterrestres. Con una técnica pulida e interesante se convierte en uno de los cortos más reivindicativos e interesantes de la película.
- Claustrópolis vuelve a jugar el reiterativo juego del pintor que imagina y crea historias. Es tierno el cuento, pero mil veces contado. Los dos jóvenes artistas llenan la ciudad de color y de sueños.
- Bu-Bu es quizás el más redondo de los cortometrajes que integran Anima Buenos Aires. El más rotundo y diferente. Como decía Jesús López Alarcón. En: http://cineaciegas.wordpress.com/2013/10/06/argencine-dia-2/ fue «el movimiento lúgubre de la proyección». En un cuidado y pecaminoso blanco y negro a la manera del artista perdido pero bien encontrado, busca y encuentra una historia, una forma de alejarse de su mundanal ruido, de su vacía y rutinaria existencia. No todo el cine animado es mainstream ni está capitaneado por Pixar, Disney, Dreamworks o Estudios Ghibli. Como pudimos comprobar en San Sebastián con Animatopía (que como sabéis desgranaremos en el mes de noviembre); el cine animado goza de una envidiable salud a nivel internacional. Y sólo con Bu-Bu, este corto siniestro, esta cinta hubiera resultado interesante.
- Mi buenos aires herido, cuyo título engloba tantas melancolías, es una animación con humor pero tan tierna que a veces duele. Describe con belleza e ironía las idiosincrasias de un pueblo argentino, tan distinto y tan igual al mismo tiempo a otros. Lo mejor de este corto puede ser ese personaje diurno y taciturno que se pasea por las calles y los bares con su corazón herido, roto, desquebrajado. Un corazón palpable, visible y doloroso. Contemplado por propios y extraños, que no son ajenos a su sufrimiento, pero sí lo evitan, quizás haciéndole más grietas…
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Llegó entonces la película con la que este año se homenajeaba a la gran Carmen Maura. Alejandro Agresti la dirigió hace casi diez años en una cinta que llevaba por título El sueño de Valentín, conocida en toda la Argentina como Valentín. La cinta, demasiado edulcorada y facilona presentaba a un Rodrigo Noya (después estrella de Hermanos y detectives) y a una superlativa (como siempre) Carmen Maura. Ella habló maravillas del chaval en su presentación. película sigue las ilusiones y los sueños de un chaval criado por su abuela. Destaca como decía Susana Peral por el ejercicio de soledad que se marca el cineasta argentino. Es un estudio sobre la necesidad de buscar a alguien, de no estar sólo. Esas relaciones que dan sentido a nuestras vidas. Como dice el propio Valentín: Él se podía llevar mejor o peor con su abuela; pero si ella le faltaba él se moría, porque era la única persona que realmente tenía en el mundo. Era ella quien le hacía no estar sólo en el mundo y la que le hacía soñar y empecinarse en ser astronauta. Cinta tierna pero facilona y previsible. Un Amelie argentino pero sin la magia de aquella, eso sí con unas interpretaciones que valieron premios en los Cóndors de Plata argentinos del año 2003, en que se presentó la película.
Y, por último, una de las películas más esperadas: Puerta de hierro: El exilio de Perón dirigida y protagonizada por Victor Laplace, aunque en las labores de dirección, su compañero Dieguillo Fernández también le ayudara. Victor Laplace es una estrella de la actuación argentina que se embarcó en este proyecto por pura convicción, orgullo y admiración ante el personaje que encarnaría por segunda vez: el expresidente Juan Domingo Perón, en el exilio en Madrid. La cinta había obtenido importantes críticas e incluso el premio Movie city del importante Festival Mar de Plata, los elogios sobre todo recaían en una interpretación estudiada, pausada y que el propio actor y director necesitaba sacarse de dentro, y eso se nota. Le acompaña la actriz madrileña (y directora de cortometrajes) Natalia Mateo, para darle la réplica de ficción a un personaje político y social que necesitaba contar su historia y hacer que los demás la vivieran. El guión está vacío porque no se puede ser tan subjetivo con una película política. Más que una ficción dramatizada, una biografía política parece una hagiografía y eso es un error de manual. Aún así por su interpretación protagonista ya merece la pena. Y por si os la habéis perdido aún podéis recuperarla el jueves 10 de octubre a las 22.00 horas.
Argencine anima los sueños de todos los que se acercan a ver sus historias, unas convencen más otras menos, pero todas son propuestas interesantes que nos dicen como está el mundo audiovisual al otro lado del charco, donde las políticas culturales y sobre todo, la sociedad, se comprometen más con un cine que sino (como está ocurriendo en España) se moriría.