Al nacer el día (Goran Paskaljevic): Memoria del Holocausto serbio.
Ante pesos pesados como los de la industria hollywoodiense, un estreno venido de Serbia no tiene casi cabida, más en un lugar que relegó el cine a un sitio que ya no importa. Ni siquiera una película que tenga un nombre como el de Goran Paskaljevic detrás.
Pues bien, el viernes 21 de febrero se estrena en España, la película Al nacer el día (Kad svane dan) dirigida por el aclamado cineasta serbio Goran Paskaljevic y la Filmoteca Española, el reconocible Cine doré presenta una parte de su filmografía. Quizás la más conocida. En pantalla grande se podrán ver: esta misma película gracias a Wanda Films sus coproductores y distribuidores en España , La otra América, Sueño de una noche de invierno, Honeymoons y Optimistas. Entre estas cinco películas hay tres espigas de oro en el Festival de cine de Valladolid.
Misha (Mustafa Nadarevic) es un maestro de música retirada que descubre sus verdaderas raíces en circunstancias totalmente insólitas. En el solar de un antiguo campo de concentración nazi para judíos durante la Segunda Guerra Mundial aparece una caja de misteriosa llena de documentos. La enterró allí uno de los prisioneros, Isaac Weiss, en 1941. El profesor averigua que sus autenticas progenitores, el matrimonio Weiss, lo entregaron a sus amigos, los Brankov, justo antes de su ingreso en el campo. Dentro de la caja se encuentra una partitura inacabada que lleva por título Al Nacer el Día que compuso el prisionero Isaac Weiss. La búsqueda de la verdad sobre sus propios orígenes conduce a Misha al descubrimiento de una realidad poco conocida: la del «Judenlager» de Semlin, uno de los peores campos de exterminio de judíos del régimen nazi ubicado en lo que hoy es el corazón de Belgrado.
Al nacer el día es como bien presentó Fernando Lara, quizás la película más madura de Goran Paskaljevic. Es un ejercicio de estilo y un ahondar en la herida, no del pasado y de la memoria aunque hable de uno de nuestros pasados más terribles, el Holocausto, sobre todo el perdido. Ahonda en la herida del presente y su mayor verdad y fuerza reside en una frase que, de repente, utiliza un rabino: El problema es que el hombre no aprende de la experiencia. La experiencia humana no vale de nada. O como diría Ismael Serrano: Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam (y ahora en Kiev)…
Sirva esta película, para que como bien expresaba Paskaljevic, los jóvenes de hoy puedan tomar conciencia sobre la tierra en la que viven, conozcan y quieran desentrañar las historias de aquellos que perdieron la vida por vivir en determinado país, por tener determinados gustos sexuales, determinado color de piel o determinada nacionalidad. Para que tomen conciencia de quienes ya lo hicieron y para que no vuelva a repetirse. Es un homenaje y un recuerdo emocional muy grande. Aunque no es sólo una película sobre el holocausto más. Es también una película sobre la pérdida de identidad, sobre la toma de conciencia, sobre el racismo actual, sobre la falta de sensibilidad, sobre las familias que a veces están tan distantes, en definitiva, sobre la vida. Se dice de Paskaljevic que es un gran humanista y que utiliza la tragicomedia para hablar del hombre, quizás sea esta su película menos cómica y no por ello, sensiblona, es quizás su cinta más madura, locuaz y arrebatadora, de una manera clásica pero sin perder de vista su sello autoral. La música serbia, las relaciones sociales, la familia y sobre todo a su gente.
Precisamente en su presentación de la película en la Filmoteca de Madrid, le acompañaban el director de la misma: Chema Prado, el que durante muchos años fue el director del Festival de cine de Valladolid (Seminci) Fernando Lara y el fundador de Wanda Films: Jose María Morales.
La sala abarrotada para ver la última película de este aclamado director y que daba inicio al ciclo del que hemos hablado. Antes de la película un coloquio entre él, Lara y Prado y posteriormente un coloquio con los espectadores moderado por Fernando Lara. Y entre una cosa y la otra vas conociendo no sólo a un cineasta sino a una persona. No será el primero ni el último que se humanice mucho más a través de sus palabras que de sus imágenes, pero este serbio es tan campechano y parece ser tan buena gente, que mínimamente deberíamos llevárnoslo a cenar.
Hablando del odio, Paskaljevic señalaba que «es muy importante hacer películas así, porque el odio actual existe. Cada vez hay más jóvenes con otros nombres, con otros lugares de origen. Cada vez hay más jóvenes con posiciones extremistas. Y la derecha se está apoderando de Europa. El nacionalsocialismo, el nazismo vuelve con fuerza y uno de los pueblos más perjudicados son los gitanos, que son los judíos de nuestro tiempo, parece que son los culpables de todo».
Parece que no importa demasiado el cómo se digan las cosas sino el mensaje en sí. Si es así, todo está conseguido. Una interpretación de Mustafa Nadarevic correcta y medida, pero al servicio de la historia que se estaba contando y una composición que endulza cada imagen que graba Paskaljevic.