Abracadabra (Pablo Berger, España, 2017)
Después de ese triunfo español que fue Blancanieves, Pablo Berger (que sorprendió ya desde su debut con Torremolinos 73), vuelve a la comedia con Abracadabra, con Antonio de la Torre y Maribel Verdú como alocada pareja protagonista. La película se estrena el 4 de agosto y aunque podría haber concursado en diferentes festivales como San Sebastián, al final se ha quedado en el limbo o si se prefiere en la nada, como lo hace su cinta, que naufraga por los cuatro costados. Sony Pictures la estrena en España y si no nos equivocamos mucho, será un fracaso de taquilla y el inicio de un fin?
No todo vale, Pablo. Te vanagloriabas con el Goya por Blancanieves en la mano, de ser el adalid del cine libre, cuando Blancanieves era un proyecto personal, mucho, pero no dejaba de estar atado a un equipo de producción, a unos dineros y a unos genios artesanos (Kiko de la Rica, Paco Delgado, Fernando Franco) que bien podrían haber hecho sombra al aprendiz, en una lucha de egos tan interesante como lo era la propia película. Tras la sorprendente Blancanieves de hace cinco años, Berger ha tenido tiempo suficiente para sorprender a admiradores y detractores. Pero no ha hecho los deberes.
Podría haber viajado por los derroteros de esa primera escena definitoria, donde vemos como ante un partido de fútbol, el matrimonio entre Carmen y Carlos hace aguas; pero decide naufragar hacia la risa, el escarnio, la chocarronería y el costumbrismo más zafio en una suerte de hipnosis a la que supuestamente Berger quiere someter a todos los espectadores.
Si Blancanieves fue un cuento clásico con ausencia de realismo mágico y componente fantástico; Abracadabra es su réplica: Un cuento moderno donde lo fantástico y lo sobrenatural ejercen una importancia inusitada en un relato que pretende ser una radiografía de la rutina y la pérdida del cariño y el amor en una pareja arquetípica de la sociedad española. Es una réplica que adolece de un costumbrismo tan exacerbado como exasperante como su hermana mayor del año 2012.
Si en Blancanieves nos trasladábamos a los años 20 sevillanos, en Abracadabra el barrio de Carabanchel más Manolito Gafístico y algunos lugares más centrales del Madrid de los exagerados, coloridos y excesivos.
La cinta está plagada de chocarrerías. humor zafio y mal gusto. Algunas de las supuestas bromas son ofensivas con la enfermedad y con la muerte y me parecen temas con los que un hasta ahora buen cineasta, no debería jugar.
Uno de los momentazos sobresaturados y ofensivos de la cinta.
Se habla mucho de la estupenda interpretación de Maribel Verdú cuando lo único que yo le veo es la caricaturesca interpretación heredera de su personaje en Blancanieves, de la que es deudora física y mentalmente. Lo único destacable es el convincente trabajo actoral de uno de nuestros mejores intérpretes actuales: Antonio de la Torre, realiza dos interpretaciones muy marcadas y diferentes: por un lado el esposo esquivo, malhablado, malhumorado y egoista; por otra la del joven encantador en el que renace tras una sesión de hipnosis con pasado de enfermedad mental y de asesinatos.
Lo peor de lo peor
Si como bondades seguimos teniendo algunos recursos estilísticos de Pablo Berger como cineasta, algunas decisiones de diseño de decorados, de vestuario, la interpretación de Antonio de la Torre o la elección del título de la cinta. Entre lo peor tenemos un sinfín de temas que vamos a intentar enumerar, no por su orden de importancia, sino como listado de maldades que hacen de Abracadabra una película completamente prescindible (y lo que es peor) olvidable:
1 La fusión de géneros sin que se llegue a un tono concreto en la cinta, más allá del humor absurdo y chabacano.
2 La utilización del costumbrismo como carta de presentación de unos personajes que no tienen mayor evolución que en sus primeras escenas, cuando el arco de transformación podría ser mucho mayor dado la historia principal que se cuenta.
3 Una banda sonora que, a pesar de ser bonita, se repite hasta la extenuación y es innecesaria la mayor parte de la cinta.
4 Alguna escena con humor del nivel de un niño de cinco años, del estilo de parar una boda por un gol escuchado en la radio o del de ridiculizar a un enfermo terminal con cáncer en un hospital y hacerle objeto único de burla y escarnio y salvación para la mujer protagonista.
5 Un José Mota sacado directamente de uno de sus bochornosos sketches, no tiene ni pizca de gracia, está sobreactuado y sus dotes interpretativas no son memorables, la verdad.
6 Sus influencias no dejan demasiado buen poso: Pásese por la Thurmix: Alex de la Iglesia de Mi gran noche o Muertos de risa + Manolito Gafotas + La chispa de la vida (todas igual de petardas) y Abracadabra: Nos sale este nuevo bodrio de Pablo Berger.
Más allá de todo esto pero en la misma línea, nos preocupa un discurso machista y cercano a la misoginia donde la mujer sólo puede ser feliz con un hombre, si éste es hipnotizado o si tiene que arreglar su matrimonio debe visitar a todos los santeros y especialistas del universo aunque gaste una infinita cantidad de dinero. No voy a entrar mayormente al trapo, pero el poso que me deja esta cinta aparentemente amable es cabreo, decepción e indignación. Asi es que si quieren una sesión de hipnosis, busquénsela, si quieren indignarse vayan a ver Abracadabra, si no han visto suficiente por la tele el humor zafio, burdo y absurdo de José Mota pueden darle la enésima oportunidad cinematográfica. Si les quedan ganas después de todo esto, les diría Abracadabra, eso sí es un milagro.
Nota: 4