21º Festival de cine alemán de Madrid: Niños, Michael Ende y humor fresco

  • Jim Botón y Lucas el maquinista

Una nueva adaptación de Michael Ende (La historia interminable) en una sesión matinal infantil con retraso porque esperábamos a todos los colegios de Madrid. Como siempre el público más fiel y entregado a un arte que parece que sólo resistirá para ellos. Sin las trabas, adoctrinamientos ni faltas de educación de los adultos, ni también de los pubercentes, que también nos acompañaban. La película es todo un mundo de fantasía entrañable y disfrutable a partes iguales. Una suerte de Pipi Calzaslargas en los mundos de Charlie y la fábrica de chocolate. Discurso político y social necesario hoy en día, para reivindicar las razas y la idiosincrasias, dejando claro testimonio de la importancia de las individualidades, de las singularidades por no decir extrañezas, y cómo ellas pueden ayudar a hacer sociedad. Sólo transformamos sociedades, progresamos, si pensamos en la lucha colectiva, si aportamos con nuestro granito de arena y absolutas diferencias, sin egoísmos ni pretensiones personales.

La película es un cuento precioso y bien rodado. Un absoluto éxito de taquilla protagonizado por un niño negro, que no se conforma con salvar su origen, sino en salvar a todo aquél que se cruza por su camino. Su realizador Denis Gansel es el director de La ola y de Somos la noche. Ya está rodando la segunda parte de este mundo de fantasía donde nada falla y cuyo nexo siempre es el humor.

  • Este niño necesita aire fresco.

Caroline Link es una vieja conocida del Festival de cine de cine alemán y de los premios Oscar. Con En un lugar de África se llevó inesperadamente la estatuilla dorada en 2003 y con Destino Marrakech inauguró la fiesta del cine alemana de la capital española.  Ahora presenta el biopic de un afamado humorista alemán. Más bien su infancia. Con la máxima de que todos somos producto de la suma de todas nuestras partes, entendidas estas, como las personas que nos criaron: Los abuelos, los padres, los tíos, no se puede llegar a nada sin ese apoyo necesario. Los ingredientes de esta receta secreta que se viene en llamar Éxito, no son la suerte ni los contactos, sino ese amor desmedido, por unos y otros, ese dejar cecer y ser como se es: «Si alguna vez quieres hacer algo, no pienses en lo que dirán los demás, sólo hazlo y punto» (le dice su abuela). A veces hay que llegar a la edad adulta para darte cuenta de estas cosas. A veces, sólo a veces, aún sin ser conscientes todavía, la receta es la correcta. Se cocina el éxito a fuego lento y los resultados (hoy son bien apreciables) son los que son.

Hape Kerkeling (el niño humorista) tenía una vida modesta y se enfrentró a la mayor de las desgracias (la muerte) dos veces con muy corta edad (la de su abuela materna y la de su madre). A cualquier varapalo de la vida siempre contestó con humor, hasta que comprendió que eso era lo que mejor se le daba: Hacer reír a los demás en sus miserables existencias. La película no renuncia a la sensibilidad (sin ser ñoña). Grandes interpretaciones del niño y de su madre. Esta última, doblemente nominada en los Premios de cine alemán (Los Lola), lo consiguió (el primero en su carrera) por esta película que nos ocupa, como mejor actriz de reparto. Destacar un guión que consigue encauzar toda una infancia a través de momentos emblemáticos en la vida del niño, unas interpretaciones estupendas encabezadas por tres generaciones, niño, madre y abuela paterna y una banda sonora original preciosa y de melodía altamente pegadiza.

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