17º Festival de cine alemán: Cuando fuimos reyes y Cuando soñábamos

Otras dos propuestas dentro de la 17º edición del Festival de cine alemán, que hablan sobre lo que fuimos y lo que pudimos ser, sobre lo que vivimos y lo que nos queda:
 Cuando fuimos reyes (Wir waren Könige. Philipp Leinemann, Alemania, 2014)

La cinta se presentó en el festival de Austin consiguiendo un premio y es la segunda película de Philipp Leinemann tras Transit, por la que ganó el Young German Cinema Award en el Festival de Múnich en el 2010. Es innegable la capacidad de Phillip Leinemann para dirigir actores y para dotar de un ritmo trepidante a este drama policial comparado con la Tropa de élite brasileña.

El problema de Cuando fuimos reyes es meterse en varios berenjenales y no saber de cuál se está saliendo. Nos perdemos en las peleas entre varios grupos. No sabemos quién pelea con quién. No sabemos quién lo empezó todo y de qué banda era.Todo es un desbarajuste de golpes, mamporros, insultos y vejaciones.

Wir waren Könige
Todo está contado bajo los ojos de un niño  que quiere ser matón recordando a grandes películas sobre bandas o clanes mafiosos como  Uno de los nuestros (1990) o Camino a la perdición (2002). Esa inocencia determina el punto de vista de la cinta a caballo entre la pedagogía y la crítica social.  Desgraciadamente, nos perdemos también al intentar comprender las acciones de este crío. Sus motivos y dónde y cómo empezó todo.  Sin duda  la historia del chaval posee a su alrededor un elevadísimo número de personajes que le acompañan y que lastran el resultado final del film. Se salva por un montaje trepidante y porque lo que cuenta es interesante pero carece de un sólido guión que dote a los personajes de verosimilitud y al espectador de una estructura narrativa que no le haga perderse en otros derroteros.

 

Sábado noche. La sala principal del Palafox llena de la primera a la última fila. ¿El motivo? El estreno en España de la versión restaurada de El gabinete del Dr. Caligari con acompañamiento musical en directo a cargo del DJ Raphaël Marionneau, artista de culto nacido en Nantes que ya ha compuesto electro-scores para otros clásicos como Nosferatu(1922) y Metrópolis (1927). Todo un regalo para cinéfilos de parte de la 17ª edición del Festival de Cine Alemán que sigue sorprendiendo con obras tan distintas e interesantes como Cuando soñábamos, nueva reflexión sobre la historia alemana reciente del ciclo RückBlick; El fin de la paciencia, un drama judicial cuyo realizador habló largo y tendido con el abajo firmante al inicio del certamen, y —supuestamente después del cortometraje animado Chicken Cube, olvidado hoy por la organización— En el peor de los casos, sin duda la revelación de la quinta jornada (y posiblemente del festival).

 

Cuando soñábamos (Als wir träumten, Andreas Dresen, Alemania/Francia, 2015)

Andreas Dresen no es un desconocido para esta web. De él nacieron películas muy diferentes como Verano en Berlín, Stopped on track o En el cielo. Ahora nos presenta una película sobre la convulsa juventud tras la caída de la RDA. El afamado guionista Wolfgang Kohlhaase que nos visitó durante el festival realiza una dificil estructura de la novela de más de seiscientas páginas escrita por Clemens Meyer. Imaginen ser adolescentes, haber vivido toda su vida en un régimen comunista y que se lo arrebaten una madrugada. Todo lo que conocían, que se esfume como los momentos finales de una llamarada. La inesperada libertad se orna en diversión, violencia desbocada e inicios de un vandalismo incipiente y muy peligroso. Este drama sigue la necesidad de independencia de un grupo de chicos enfrentados a los neonazis con los que comparten su barrio y con ellos mismos, que no saben cómo enfrentarse a esa nueva existencia.

Fue la tercera participación de Dresen en la Sección Oficial de la Berlinale y su película recogió una tibia acogida.

Es una pena porque el conjunto se desdibuja por un entramado de personajes de dificil acceso y porque no llegamos a conocerles lo suficiente como para poder desarrollar sentimientos positivos o negativos para con ellos. No les podemos querer, amar, odiar, porque no les conocemos; a pesar de que el guión de una y mil vueltas y no sepamos ya de quién está hablando.

Se dibuja también el mundo de las drogas desde un dramatismo que recuerda al de Lylia 4-ever o a Requiem por un sueño, pero con escenas de amistad y culpa que se trasladan a nuestro imaginario desde el recuerdo de la grandísima Trainspotting.

Cuando Soñábamos vuelve a ser una película fallida. El mundo tal y como lo conocían ha dejado de existir y ahora deben renacer de nuevo con otras reglas y otro modo de vida. Hablamos de la Alemania después de la caía de la RDA pero en el fondo hablamos de cualquier adolescencia. En su paralelismo también está uno de los mejores logros de la cinta.

 

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