69ª Seminci Valladolid: La sección oficial. Parte 2

GRAND TOUR
Miguel Gomes es uno de esos cineastas que, desde Aquele Querido Mês de Agosto hasta Las mil y una noches, ha demostrado un talento único para hibridar lo narrativo con lo experimental, lo documental con lo ficcional. Su cine, normalmente juguetón y lleno de hallazgos, siempre logra mantener una tensión entre lo real y lo fantástico. Sin embargo, en Grand Tour esa búsqueda se convierte en una especie de lastre: la cinta se siente plomiza, atrapada en su propia cadencia, como si la forma terminara devorando al fondo.
No sorprende que recibiera el premio a mejor dirección en Cannes: Gomes sabe manejar la cámara y las texturas como pocos. Pero más allá del virtuosismo formal, lo cierto es que el espectador queda atrapado en una contemplación que, a ratos, se torna tediosa. A quienes admiramos su cine nos duele reconocerlo, pero aquí la apuesta formal pesa más que la emoción.
HARVEST
Un film que deslumbra por su fotografía, por esa cadencia hipnótica que parece invitar al espectador a perderse en los campos y las estaciones. La cámara convierte la tierra en un poema visual, y por momentos logra un estado de contemplación muy singular, cercano a la tradición del cine rural europeo.
Pero la belleza no fue suficiente: la película fue directamente pateada en el patio de butacas, signo de que su ritmo exasperante y su falta de tensión dramática no calaron en la audiencia. Una obra que quizás funcione mejor en retrospectivas o museos que en la sala oscura, donde su languidez se convierte en obstáculo.
HORS DU TEMPS
Olivier Assayas es un director que ha sabido transitar desde el cine de autor francés (Irma Vep, Personal Shopper) hasta producciones con cierto barniz internacional. Sin embargo, Hors du temps es probablemente la película más aburrida de su carrera. Donde antes había misterio y ritmo eléctrico, aquí encontramos una quietud que se confunde con apatía.
El problema no es la falta de ideas, sino la ejecución: personajes desdibujados, situaciones que no terminan de arrancar, y una sensación constante de déjà vu. Lo que en otras manos podría ser un film de silencios y sutilezas, en Assayas se convierte en un tedio que sorprende, viniendo de un cineasta que tantas veces ha sabido reinventarse.
LA COCINA
Un festín caótico y brillante, una suerte de slapstick moderno que sirve como escaparate para el talento de un gran cineasta mexicano (Alonso Ruizpalacios). La cocina como espacio de tensión y humor, como metáfora de un país y de una sociedad donde todo hierve al mismo tiempo. El caos está coreografiado con maestría, y el resultado es tan agotador como estimulante.
Es cine físico, casi acrobático, donde cada gesto importa y cada movimiento tiene un ritmo preciso. El director demuestra que el slapstick no está muerto, que puede actualizarse con nervio y potencia visual. Una de las propuestas más vitales y sorprendentes de este año.
LA MITAD DE ANA
La ópera prima de una cineasta que parte de un cortometraje previamente distribuido (y que yo mismo tuve en mis manos). Ese origen se nota: la película conserva la frescura y la sinceridad del corto, pero también adolece de cierta simplicidad narrativa cuando se estira a la longitud de un largometraje.
Pese a ello, hay algo honesto en la propuesta, en esa voluntad de hablar de identidades fragmentadas y heridas emocionales con una mirada limpia. Quizás le falta contundencia, pero queda la sensación de que detrás hay una voz prometedora, capaz de crecer en futuros trabajos.
LA TUTORÍA
Del nieto de Ingmar Bergman llega esta propuesta que, como era de esperar, bebe de la herencia familiar en cuanto a la intensidad dramática y la exploración de las relaciones humanas. La primera parte de la película es fascinante: sobria, contenida, con una interpretación protagonista verdaderamente memorable que lleva la tensión hasta lo insoportable.
El problema surge en la segunda mitad, cuando el relato se vuelve excesivo, casi ridículo, exacerbando las emociones hasta el límite y perdiendo la fuerza inicial. Aun así, el talento actoral y la ambición del proyecto son innegables: es un film irregular, pero con momentos de un cine poderoso que difícilmente se olvidan.
MISERICORDIA
La nueva cinta de Alain Guiraudie llega con un aura de laureles que quizá sea excesivo. No estamos ante su mejor película, pero tampoco ante una obra menor: es un film que juega en un universo propio, con una comicidad rara, diferente, que combina lo mundano con lo insólito de una manera muy suya.
No es un trabajo que busque agradar a todos, pero sí que consigue abrir una grieta en la percepción habitual de lo real. Con un pie en la sátira y otro en la fábula, Misericordia logra ser incómoda y entrañable a la vez. Puede que sobrevalorada en el circuito festivalero, pero sin duda una obra que confirma a Guiraudie como un cineasta singular.
MY FAVOURITE CAKE
Una película simpática y tierna, que busca emocionar a través de una historia sencilla sobre la vejez y el deseo de seguir viviendo intensamente. El mérito de la cinta es que lo consigue con naturalidad, sin caer en el sentimentalismo excesivo, transmitiendo una calidez que llega al espectador.
Quizás demasiado simple para dejar una huella duradera, pero aun así agradable y sincera en su propuesta. No será una obra que cambie el rumbo del cine contemporáneo, pero sí un recordatorio de que las historias pequeñas, bien contadas, tienen su valor.