Los hijos de otros (Rebecca Zlotowski, Francia, 2022)

La escritora y directora Rebecca Zlotowski, presenta de forma elegante y directa, una comedia romántica urbana muy contemporánea, dos personas en la cuarentena con estupendos trabajos que viven en Paris se enamoran. Llegan cada uno de ellos a la relación con sus pasados, él aporta a Leila, una adorable niña de cuatro años.

Vivimos en pantalla el comienzo de la relación entre Rachel (la estupenda Virginie Efira que vimos en Benedetta) y Ali (Roschdy Zem), en esta preciosa película se muestra la vida como es. Las escenas de sexo son apasionadas pero sin artificio, como si la directora abriera un agujero en el armario y observara.

Pronto en la relación aparece la ex de Ali (Chiara Mastroianni) y sobre todo la pequeña Leila.

Rachel es una mujer con una vida estupenda, pero siente que le falta vivir la maternidad, este deseo de ser madre se narra sin dramatismo, con dosis de frustración, pero sin cargar las tintas, mostrando a una mujer felizmente poliédrica: satisfecha y realizada en su trabajo, con una entrañable familia judía con la que comparte bromas y tradiciones, y con gran capacidad de dar y recibir amor. Rebeca Zlotowski Refleja la maternidad como algo luminoso y esperanzado, de alguna forma idealizado.

Por el contrario el ginecólogo de Rachel, un surrealista anciano que interpreta el documentalista Frederick Wiseman, le recuerda en cada visita la cuenta atrás de su reloj biológico.

No es una mujer con una sola obsesión. “No es que yo piense que una mujer no está completa sin hijos, pero es una experiencia colectiva a la que no tengo acceso”. Dice la protagonista.

Si amar a un hijo es siempre un enorme ejercicio de generosidad, cuando los hijos son de otros, el nivel se eleva al máximo, en un juego a menudo doloroso de prioridades.
Toda la cinta está envuelta en estupendas canciones y trufada de frases memorables de sororidad: “vamos a dejar de disculparnos en lugar de los hombres”

También de escenas, dignas de contemplar: como la forma en que rechaza un beso de un compañero de trabajo platónicamente enamorado de ella, es el rechazo más tierno que se pueda imaginar.

Sobra algún que otro accidente que poco aporta a trama. Casi al final queda un epílogo conmovedor: “La vida que es corta y larga” en palabras de la protagonista da un giro y las cosas no acaban bien, al menos no como nos gustaría, acaban como pueden, pero no mal.

 

Festivales y premios: Festival de Venecia: Sección oficial a concurso

                               Festival de Sevilla: Mejor montaje

 

Sinopsis: Rachel tiene 40 años, no tiene hijos. Ella ama su vida: sus estudiantes de secundaria, sus amigos, sus ex, sus lecciones de guitarra. Al enamorarse de Ali, se encariña con Leila, su hija de 4 años. Ella la arropa y la ama como si fuera suya. Pero amar a los hijos de otras personas es un riesgo que vale la pena correr…

 

 

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