XV Documenta Madrid: Competición de cortos nacionales

Nayra Sanz presentó el año pasado en Documenta Madrid un importante trabajo corto: Sub Terrae. Ahora regresa al certamen con una historia que vuelve a ser etnográfica pero que se mezcla con la naturaleza e un imponente ejercicio poético ensayístico. Una nueva forma de globalización en la muestra de la unión de los pueblos que se van repitiendo cíclicamente. Los árabes y los castellanos unidos en tierras andaluzas en el pasado y en la actualidad. El inapelable paso del tiempo que da al hombre toda su insignificancia . El trabajo agrícola y en el antes y en el ahora.  En la observación pura de la tierra se evapora el concepto de nación y se produce por fin la verdadera unión entre civilizaciones.

La realizadora Virginia García del Pino ya no necesita presentación. Es docente en el master de documental creativo de Barcelona y aparte ha estrenado ya largometrajes estrenados en enormes festivales de cine como FID Marsella o San Sebastián. Desde aquí se orquestan a nivel ensayístico imágenes en bruto de actos políticos en España con las reflexiones de Josep Maria Esquirol (Premio Nacional de Ensayo, 2016). Son improvisaciones reales e in situ de un ensayista sobre unas imágenes cotidianas y absurdas de la vida política en España, que desnudan los comportamientos sociales, periodísticos e individuales de una sociedad que mitifica la figura política hasta evocarla y suspenderla en el tiempo.

Tres tiempos. El mismo espacio. El pueblo de la infancia al que se regresa como mera observadora. Caras y lugares, parafraseando a Agnés Vardá. El cine como medio de terapia, como forma de cerrar heridas del recuerdo, como método de expresión y como propia experimentación ante lo que se quiere conseguir. Utilizar la cámara y grabar todo lo que se observa, para poder llegar a entender precisamente cuál era el objetivo. Se reconfigura la obra hasta conseguir un arma fílmica de este calibre.

Quizás el trabajo más personal, diferente, experimental y creativo de los presentados. Realizado por estudiantes del master de documental creativo de Barcelona. El mito de Pigmalión y Galatea es sólo el punto de partida para este documental que se acerca al videoarte, un experimento narrativo y visual donde las formas no tienen límites. Se dibuja un implacable relato a través del ensayo audiovisual con un discurso feminista y una amalgama de sensaciones. La representación del cuerpo femenino y su sexualización manifiesta en comparación con el mito. Siento que es un documental tan rico que podríamos descubrir miles de cosas nuevas con cada visionado. Se adivina la capacidad creativa y elucubradora con cada poderoso juego visual. Una de las imágenes más poderosas del cortometraje documental acompañan todo este artículo, por su fuerza y su poder. Sin duda, uno de los mejores trabajos de la sección.

Atención al periplo festivalero que lleva este curioso documental:

Se nota que la directora de este trabajo viene de la video-instalación, el video arte y que seguramente habrá desempeñado su carrera audiovisual desde la experimentación y el ensayo audiovisual. En esta mitología del placer nos presenta objetos misteriosos, moldes, texturas y colores ilustran esta lúdica clase de historia, mitología y alquimia moderna en la que un grupo de mujeres da vida al miembro perdido de Osiris.

No voy a mentir y más sabiendo que este cortometraje ha conseguido el premio en Documenta de todos los cortometrajes nacionales de los que estamos hablando. Es la segunda vez que veo este cortometraje en pantalla grande, después de la Semana del Cortometraje donde su directora consiguió también formar parte del fantástico catálogo de Madrid en corto. Segunda vez, digo, y no he conseguido entrar en ningún momento en la propuesta. El corto se vio también en Medina del Campo y ha conseguido alabanzas allí donde se ha presentado. Así que el problema debe ser mío. Pero afortunadamente no soy el único. En Wan Xia, un misterio acecha el centro de mayores chinos de Usera. Allí se actualiza el  teatro del absurdo, con un tono estético que recuerda a David Lynch, una pareja de ancianos conversa sobre los problemas técnicos surgidos durante los preparativos del año nuevo Chino. Y en todo ese mejunje, el espectador se va diluyendo hasta perderse completamente.