XII Documenta Madrid 2015: Días 2 y 3: La hora del té, musica y la guerra revivida

Segundo día en esta Fiesta del cine documental en la Cineteca de Madrid, con horarios y salas renovadas y sin demasiados problemas para prensa este año. Esto es una gozada. Veníamos de un primer día un tanto agridulce si bien las opiniones fueron encontradas. Estábamos aquellos a los que el documental musical del francés David AndréChante ton bac d’abord, que comentamos ayer; les había parecido que ni fu ni fa, y a otros a los que les había encantado.

Imperfect Harmony es la ópera prima como cineasta de la productora Carmen Cobos a la que este año el festival dedica su retrospectiva. La película indaga sobre el dominio de la música a través del enfrentamiento entre dos grandes maestros: el rebelde vanguardista Louis Andriessen (el compositor más conocido de Holanda) y el director titular de la Real Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam, Mariss Jansons. Hace medio siglo, Andriessen juró que jamás volvería a componer para una orquesta sinfónica. Pero, frente a todo pronóstico y después de una profunda reflexión, aceptó el reto: componer una obra que fuera un regalo del Concertgebouw a su orquesta con ocasión del concierto anual para celebrar su 125 cumpleaños.

Esta no es una película sencilla. Es un dulce experimento, dulce porque asistiremos a los ensayos de una obra clásica vanguardista. Experimento porque Carmen Cobos ha sido hasta ahora productora y como ella no tiene temor en decir: No tiene demasiada idea de música. Lo que quería Carmen Cobos en estos 76 minutos de metraje era realizar una película sobre las instituciones culturales hoy. ¿Cómo se funciona ante una obra, se respeta, se modifica, se cambia? Esta cinta cuenta con algo muy interesante que es hacerte reflexionar sobre el concepto de autoría si bien adolece de ese alma que hace que el documental traspase la pantalla y quieres conocer mucho más allá. Los 76 minutos se pasan volando porque amamos la cultura y porque nos encanta ver la trastienda de un gran concierto, pero una vez pasados, no queda el reflejo más que de un agradable visionado. Carmen Cobos señalaba respecto a la autoría que era una palabra que a ella le venía un poco grande porque una película se hacía entre mucha gente. Nos contó que había estado en la preproducción unos 9 meses, el rodaje duró 12 días y el montaje unos 40. Lo más interesante de esta cinta es como ella bien dice la controversia generada ante lo que un autor escribe y la interpretación que deben realizar los músicos posteriormente. Mañana la entrevistaremos después de asistir a su master Class.

Más tarde vimos La once (Tea time como título original). Muchos predecimos que será el Premio del público de esta edición del Festival. ¿Se imaginan haber podido grabar un documental con sus abuelos durante más de cinco años en una quedada que ellos realizan cada semana con sus amigos? Pues este documental chileno dirigido por Maite Alberdi, lo ha conseguido. No es un prodigio técnico, no es un guión perfecto. Es la vida en su última etapa. Es la amistad, el amor, el sexo, la enfermedad, la muerte y el paso del tiempo, sobre todo eso. Es la alegría y las risas, es la tontería y el tomarse la vida con humor a cada instante. Rodó el documental con dos cámaras que no cambiaban de opinión, sólo pedía a las ancianas que ahondaran en algunos temas más interesantes pero el resultado es una bonita película que apela al corazón. Algunos piensan que es manipuladora, pero las reacciones son las normales ante un material sensible y querido, por lo familiar. Una bonita película que seguirá cosechando risas y aplausos allá donde vaya.

Game over no comenzó siendo un documental, la financiación se consiguió para hacer una película de ficción y, sin embargo, su protagonista declinó en último momento esta participación. Es curioso porque la otra película de la sección oficial que hemos visto a concurso es Of men and war y en el fondo tratan los mismos temas. Pero Game over se queda sólo en el planteamiento y la segunda consigue una dura diatriba sobre los desastres de la guerra. Game over no funciona porque de tan extraña que es esa familia, dejamos de entender sus inoperancias, sus discusiones y sus naderías. No entendemos nada en el fondo. Por qué el disfruta creando un personaje de guerra o por qué su novia lo hace en un descapotable haciéndose fotos bien ligera de ropa. Los desastres de la guerra no son estos, son los que cuenta Of men and war, a través de los testimonios de varios veteranos a los que la lucha les ha cambiado la vida. Ya no pueden ser padres, hermanos, hijos, esposos, amigos, no pueden vivir ni convivir, porque para ellos no ha existido la vida durante un tiempo, sólo la muerte. Sales de ver este documental y tienes aún la sangre helada, por qué dejamos que el mundo esté armado continuamente, por qué enviamos soldados para luchar contra ejércitos a los confines del mundo, en nombre de la ¿Libertad? La muerte nunca ha sido libertad, ni lo será, la muerte es destrucción, es sufrimiento, es desesperación y debe ser el último recodo. Lo es para quien ya no puede contarlo pero también para sus ejecutores, que seguramente querrían no haber tenido que hacerlo. Bravo! Lo único que le sobra a la cinta es metraje. Son 142′ y aunque cada testimonio vale su peso en oro, es cierto que con el paso del metraje, el público se va cansando.

 

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