El pacto (David Victori, España, 2018)

Sony Pictures estrena el primer largometraje del director catalán David Victori, tras ganar el primer Festival de cortometrajes de Youtube en el año 2012 a iniciativa de Ridley Scott, con La culpa. 

Tenía ya dos cortometrajes en su producción: Mónica y reacción y se presentó al concurso de Youtube con quizás su mejor trabajo hasta la fecha, un thriller depurado y estilizado que tiene al tiempo y a la palabra que le da título: la culpa, como detonantes de un artefacto fílmico, que no por su poca duración, deja de tener relevancia. Podeís ver la culpa aquí. Después, y con muchos más medios, debido al premio metálico y al reconocimiento recibido, presentó el cortometraje Zero de ciencia ficción, con un diseño de producción exquisito y un buen hacer que anunciaban ya un cineasta comercial pero preocupado por las formas.

En el estreno de Victori en el largo se esperaba mucho más que este desaliñado El pacto, en ocasiones ridículo y en la mayor parte de su metraje, sobredimensionado y burdo. La adaptación del mito de fausto a la actualidad en una familia desestructurada, pero con el temor manifiesto a la pérdida de un ser querido, tan histérico como contraproducente. Si Goethe levantara la cabeza, se volvía a la tumba.

El pacto es una amalgama histriónica de lugares comunes y tópicos del cine de terror, pero mezclados con un melodrama que recuerda más a las telenovelas sudamericanas y el thriller que al parecer es el género de verdad de la película. La cinta nunca llega a dar miedo, lejos de eso, nunca nos llega siquiera a inquietar. Los firos de un guión ridículo (obra de Victori y de Jordi Vallejo) son tramposos e intentan mantener la tensión dramática y el suspense en el espectador, pero no llegan a conseguirlo en ningún punto de la cinta.

Belén Rueda está tan impostada o más que siempre. Creo fervientemente que es una buena actriz de televisión pero que en el cine sólo ha sabido dar una buena interpretación en toda su carrera, La que consiguió Amenábar para Mar adentro. De la niña no voy a hablar porque seguramente sea menor y respeto a cualquier intérprete, solamente por el hecho de serlo. El único al que me creo, pero que se pregunta en toda la película qué coño está haciendo allí, es Dario Grandinetti, un personaje roto pero fuerte, seguramente el más plausible y sincero de toda esta fallida producción.

Como único punto a favor, el punto de partida, ese pacto con el diablo tácito y tenebroso al que ayuda una oscura fotografía persistente, y ella sí, inquietante.

Sinopsis: Mónica ve cómo, de repente, Clara, su hija, entra en un coma profundo e inexplicable. Cuando los médicos la dan por muerta, un desconocido le propone un pacto: él salvará a Clara pero, a cambio, Mónica deberá entregarle una vida. Mónica acepta y, contra todo pronóstico, su hija se salva. Ahora ella deberá entregarle otra vida a cambio.

Nota: 4

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